Los agentes sociales negocian en silencio las reformas del mercado laboral que quieren presentar antes de que finalice el mes de abril. La estructura de la negociación colectiva es una de las cuestiones fundamentales que se abordan, ya que puede tener unas consecuencias más importantes que la tan cacareada rebaja de la indemnización por despido. Uno de los aspectos más reiterados por los analistas es la necesidad de descentralizar la negociación colectiva, esto es, acercar los convenios a la realidad de la empresa. Aunque como principio este postulado nos suena bien, encierra en su interior varios peligros que deben sopesarse antes de pontificar un sistema que puede tener sus contraindicaciones.
Los convenios municipales son un buen ejemplo de ello. Hablo desde el respeto a ese ámbito de negociación y desde el propio riesgo de generalizar. Pero creo que tenemos el deber de denunciar que en muchos ayuntamientos, algunos cuerpos o algunas empresas municipales han repetido una dinámica idéntica a la de los controladores aéreos en España. A base de presión y contundencia, sus salarios y condiciones de trabajo están muy por encima del resto de trabajadores de otras administraciones e, incluso, de otros ayuntamientos vecinos. Esto es fruto de la debilidad de los políticos municipales ante la capacidad de negociación de ciertos cuerpos y comités de empresas municipales que amenazan con la huelga, o con otras medidas aún más contundentes, cada finalización del convenio. Al final, los munícipes, débiles, terminan cediendo más allá de lo que la prudencia aconsejaría. Por su cercanía, su resistencia a la presión ambiente disminuye. Así podemos observar como los salarios municipales están por encima de los autonómicos, y estos a su vez de los nacionales. Esta graduación inversa es motivada precisamente por esa estructura de negociación colectiva. Por eso, debemos tener mucho cuidado con los convenios municipales, que están suponiendo una carrera hacia el suicidio de las finanzas de nuestras ciudades y pueblos, como tantos responsables municipales ya reconocen en privado. Algunas voces ya comienzan a reclamar que los convenios tengan un ámbito más elevado, como el autonómico, para que el poder de la administración se equilibre con el de trabajadores y se puedan cerrar convenios más ajustados.
No es un tema menor. Asistimos atónitos al espectáculo de las ruinas municipales. Uno tras otro irán cayendo muchos ayuntamientos en la quiebra, mientras que los salarios contemplados en sus convenios siguen creciendo muy por encima de la media nacional. Los delegados de hacienda se llevan las manos a la cabeza, pero no pueden hacer nada por evitarlo. Si no cambiamos de dinámica, barruntamos, se multiplicarán las dificultades para atender las nóminas municipales, tal y como ya acontece en varios ayuntamientos.
Manuel Pimentel
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