Aunque muchas de ellas ya han creado “portales” donde se publican los anuncios de licitación y además facilitan el acceso a los pliegos de condiciones, otros aspectos del procedimiento, como sería el caso de la presentación, el tratamiento o la evaluación de las ofertas, se encuentran menos generalizados. Ahora lo que se pretende fomentar es una contratación pública electrónica “de principio a fin”, es decir, una contratación en la que todas las fases del procedimiento, desde las notificaciones hasta el pago final, se encuentren disponibles a través de las adecuadas “plataformas” de contratación.
Se aportan datos que son bien expresivos. Por ejemplo, la Agencia Federal austriaca de contratación pública centraliza todas las compras de las autoridades federales (aquí diríamos “del Estado”) a través de técnicas de contratación electrónica. Pues bien, en 2008, se ha constatado un ahorro de 830 millones de euros, una cantidad que supera ampliamente los costes anuales de mantenimiento del sistema (cifrados en unos cinco millones de euros).
Ysi nos vamos a un país más cercano al nuestro y de hábitos parecidos como es el caso de Portugal (nuestro vecino es pionero en estas lides electrónicas) se constata que en la contratación de obras públicas para construir hospitales, la utilización de estos nuevos sistemas permitió una reducción de costes de alrededor del 18% debido al incremento de la competencia generada. Y parecidas experiencias podrían airearse respecto de países como Dinamarca o el Reino Unido. A destacar -y vale esto como aviso a los Ayuntamientos españoles que quieran informarse con más detalle- la Agencia de la Región italiana de Emilia-Romaña “Intercent ER” que ha tramitado en 2008 operaciones por un valor de casi quinientos millones de euros logrando unos altos beneficios (casi setenta millones y un ahorro de tiempo cifrado en 45 personas-año).
Estamos pues abriendo las puertas a un mundo nuevo, que -según creo- va a tener la rebelde y saludable osadía de revolucionar, a buen seguro, muchas de nuestras prácticas tradicionales. Además, se ha iniciado un procedimiento de consulta pública que permite a todas las partes interesadas formular sus observaciones a todas estas ideas con un plazo que llega hasta el último día de enero de 2011 ( markt-consult-eproc@ec.europa.eu ).
Todo ello tiene lógicamente un coste, el propio de la inversión en las estructuras adecuadas a este nuevo modo de proceder y que variará en función de la complejidad del sistema que se seleccione. Como variará asimismo el del mantenimiento, también función de su tamaño y de su dimensión. Es curioso que las mayores dificultades para caminar por el mundo nuevo proceden, naturalmente de muchas Administraciones que se resisten a cambiar sus modos de actuación sobre la base tradicional del “papel” pero también de las entidades adjudicadoras o las comunidades de proveedores, alérgicas al cambio y al recurso a estas técnicas. Por eso se defiende que las iniciativas destinadas a implantarlas incluyan la información y el apoyo a las comunidades de usuarios con el objeto de hacerles ver las prometedoras ventajas de estas nuevas opciones.
Comprendo que exista una inercia humana hacia lo tradicional, y además me parece lógica, pero también sostengo que debemos combatirla. Esa idea conservadora que se expresa en la fórmula según la cual “toda innovación es extravío” debe tomarse como una “boutade” o, si se prefiere, una muestra de ingenio para consumir en una charla. Pero no es necesario atenerse a ella en su literalidad.
Francisco Sosa Wagner
Se aportan datos que son bien expresivos. Por ejemplo, la Agencia Federal austriaca de contratación pública centraliza todas las compras de las autoridades federales (aquí diríamos “del Estado”) a través de técnicas de contratación electrónica. Pues bien, en 2008, se ha constatado un ahorro de 830 millones de euros, una cantidad que supera ampliamente los costes anuales de mantenimiento del sistema (cifrados en unos cinco millones de euros).
Ysi nos vamos a un país más cercano al nuestro y de hábitos parecidos como es el caso de Portugal (nuestro vecino es pionero en estas lides electrónicas) se constata que en la contratación de obras públicas para construir hospitales, la utilización de estos nuevos sistemas permitió una reducción de costes de alrededor del 18% debido al incremento de la competencia generada. Y parecidas experiencias podrían airearse respecto de países como Dinamarca o el Reino Unido. A destacar -y vale esto como aviso a los Ayuntamientos españoles que quieran informarse con más detalle- la Agencia de la Región italiana de Emilia-Romaña “Intercent ER” que ha tramitado en 2008 operaciones por un valor de casi quinientos millones de euros logrando unos altos beneficios (casi setenta millones y un ahorro de tiempo cifrado en 45 personas-año).
Estamos pues abriendo las puertas a un mundo nuevo, que -según creo- va a tener la rebelde y saludable osadía de revolucionar, a buen seguro, muchas de nuestras prácticas tradicionales. Además, se ha iniciado un procedimiento de consulta pública que permite a todas las partes interesadas formular sus observaciones a todas estas ideas con un plazo que llega hasta el último día de enero de 2011 ( markt-consult-eproc@ec.europa.eu ).
Todo ello tiene lógicamente un coste, el propio de la inversión en las estructuras adecuadas a este nuevo modo de proceder y que variará en función de la complejidad del sistema que se seleccione. Como variará asimismo el del mantenimiento, también función de su tamaño y de su dimensión. Es curioso que las mayores dificultades para caminar por el mundo nuevo proceden, naturalmente de muchas Administraciones que se resisten a cambiar sus modos de actuación sobre la base tradicional del “papel” pero también de las entidades adjudicadoras o las comunidades de proveedores, alérgicas al cambio y al recurso a estas técnicas. Por eso se defiende que las iniciativas destinadas a implantarlas incluyan la información y el apoyo a las comunidades de usuarios con el objeto de hacerles ver las prometedoras ventajas de estas nuevas opciones.
Comprendo que exista una inercia humana hacia lo tradicional, y además me parece lógica, pero también sostengo que debemos combatirla. Esa idea conservadora que se expresa en la fórmula según la cual “toda innovación es extravío” debe tomarse como una “boutade” o, si se prefiere, una muestra de ingenio para consumir en una charla. Pero no es necesario atenerse a ella en su literalidad.
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