Cómo podemos tener la certeza de que encaminamos nuestro esfuerzo a la consecución de nuestros verdaderos deseos, pues debemos recordar o tener presente en todo momento que nuestra mente está permanentemente bombardeada por falsos deseos introducidos hábilmente por la sociedad de consumo y si no estamos atentos, podemos tomar un camino equivocado.
Pues bien, para poder estar seguros de que moldeamos nuestra mente para alcanzar nuestro verdadero objetivo vital, aquel para el cual decidimos venir a este mundo físico, simplemente debemos sintonizar con nuestro ser interior.
Qué significa eso exactamente, pues algo tan sencillo como sentirnos bien; cuando nos sentimos bien, estos sentimientos nos informan sin ningún género de dudas de que estamos en el camino correcto para alcanzar nuestro objetivo vital.
Estos sentimientos agradables sin necesidad de grandes motivos, son nuestra guía y nuestro esfuerzo se debe encaminar a mantener esos buenos sentimientos.
Esos buenos sentimientos nos indican que estamos en la sintonía de nuestro ser interior, estamos en la frecuencia correcta.
Si mantenemos ese estado el tiempo suficiente, el proceso se automatizará, ya lo mantendremos habitualmente de forma inconsciente, sin esfuerzo, sin darnos cuenta, únicamente lo disfrutaremos.
Cuando conseguimos alcanzar esta sintonía, poco a poco, como por arte de magia, empiezan a cambiar las circunstancias que nos rodean y nuestra vida se va transformando en lo que hemos deseado.
Ojo!, cuando digo en lo que hemos deseado, porque tal vez nos sorprenda que lo que deseamos realmente no es dinero, riquezas, etc. sino que tal vez serán cosas menos materiales pero con un potencial emocional mucho mayor.
Tal vez nos sorprenda que nos haga falta mucho menos dinero del que creíamos y muchas menos cosas materiales para alcanzar este estado de sintonía.
Esto es importante saberlo y tenerlo presente en estos momentos en que el mundo “civilizado” está tan convulso y desorientado, tal vez porque se está dando cuenta de que los objetivos eran erróneos, no eran los que nosotros como individuos queríamos, sino que eran los que la sociedad de consumo nos había inculcado.
Adelante pues, tomemos el mando de nuestro dial emocional y no paremos hasta encontrar la emisora de nuestro ser interior, en definitiva de nuestro verdadero ser.
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