lunes, 8 de julio de 2013

Las razones de la resistencia a la ley de algunas Administraciones

Hoy tuve la fortuna de impartir una ponencia en el Paraninfo de la Universidad de Santiago de Compostela bajo el sugerente título de “ La resistencia de las Universidades al Derecho”, en el XII Curso de Régimen Jurídico de Universidades, y al despedirme, un asistente me sugirió que el comienzo de mi intervención lo colgase en el blog puesto que le parecía ingenioso y aplicable no solo a las Universidades sino a las Administraciones locales y a muchos entes instrumentales, e incluso al mismísimo Urdangarín. Dado que es fin de semana y por si la imagen provoca alguna sonrisa, ahí va una pequeña fábula inspirada en lo que fue el comienzo de mi ponencia, que al igual que un médico habla de enfermos y no de personas sanas, se centró en una perspectiva patológica.
« En el principio de los tiempos las Universidades recibieron el valioso regalo de la autonomía como garantía de la libertad académica y del sosiego deseable para la comunidad de docentes, investigadores y escolares. Se trataba de autonomía y no de soberanía pero permitía grandes libertades solo comparables a las que disfrutaba Adán en el paraíso.
Sin embargo, al igual que Adán en el paraíso, pese a tener todo el mundo a sus pies, optó por tomar el fruto prohibido, resultó que muchas Universidades que podían disfrutar de un paraíso académico, también optaron por saltarse las prohibiciones legales.
Posiblemente, las razones de Adán y de las Universidades para la desobediencia tenían raíces similares.
Quizás tomaron el fruto prohibido precisamente por eso, por el irresistible atractivo de lo prohibido (¿la curiosidad mató al gato?).
O quizás escucharon voces tentadoras anunciándoles que si pasaban la línea roja de lo prohibido, podrían conseguir, en el caso de Adán, ser tan poderoso como Dios, y en el caso de la Universidad ser investida de soberanía y no solamente de autonomía. Quedaría en pie de igualdad con el Estado o la Comunidad Autónoma. Quizás en la decisión no fue ajena la serpiente sibilante de promesas electorales, sindicales o de grupos de presión, azuzando al gobernante universitario a tomar el fruto prohibido (¿a quien temes más, a nosotros o a ellos?).
Y así, las Universidades probaron los primeros bocados del fruto prohibido de la ilegalidad, de forzar la letra de la ley en algunos campos donde pesaban mas los gritos de la comunidad universitaria que las advertencias de los juristas.
Ante tales felonías, en el caso de Adán, la ira divina provocó su expulsión del paraíso.
En el caso de las Universidades, la ira estatal se expresó en crear una Comisión de Sabios…formada por ángeles.
Y mientras tanto, la Universidad que había probado el fruto prohibido, que se había saltado la ley por primera vez de forma impune ( al igual que el tigre tras probar por primera vez sangre humana), prosiguió con su conducta. ¡¡ No pasaba nada por saltarse el semáforo en rojo!! . Pero eso sí, cumpliendo el mandato divino ( “creced y multiplicaos”) de manera que las Universidades se multiplicaron en número, y en Centros, y en Departamentos y en plantillas y en costes.
El resultado fue que el paraíso quedó convertido en un inquietante pantano, donde mas que vivir feliz, la flora y fauna universitaria sobrevive. Donde reina el desencanto. Donde las aguas de la innovación se han estancado. Bajo la aguas se han producido mutaciones inquietantes. Y donde la marcha atrás y la limpieza resulta dificultosa. Pero lo que es mas grave, resulta difícil confiar en que pueda responsabilizarse de ello la propia comunidad universitaria.»
Y colorín colorado… que cada uno saque su moraleja. Y piense si conoce algún caso similar de Administración local, o de ente instrumental u otro poder desbocado.

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