Podemos ha emergido entre nosotros con una velocidad pasmosa, para asombro de propios y extraños, hasta el punto de hacernos creer que su ascenso a los cielos no ha hecho sino comenzar. Unlimited, que dirían los americanos. Pero, aunque no podamos ahora advertirlo, quizás esté tocando su propio techo, que tenerlo – y esto es pura física – también lo tendrá.
La última encuesta del CIS, la de la gloria de Podemos, ampliamente comentada, evidencia nuestro creciente desapego con el sistema político como muestra la fuerte caída del partido de gobierno y el vertiginoso ascenso de los de Iglesias, que aparece como primera en voto directo y tercera en voto estimado. Existe bastante consenso en torno a las causas de este terremoto, un guiso en el que los ingredientes serían la crisis económica, la corrupción y el hartazgo por los abusos de la partitocracia. Desencanto político y dificultad económica indignan a un significativo porcentaje de la población española, que vuelca su ira mostrando su simpatía con la nueva formación política que quiere cambiar radicalmente el sistema político. Podemos emerge en mayor medida como voto de castigo que por ilusión o convicción.
Hasta ahora Podemos ha sido una estrella ascendente, más alimentada por los errores y abusos de los demás, que por propuestas o contenidos propios. Han tenido la gran visión estratégica de denunciar los abusos de la casta, de capitalizar el descontento, de proponer vagas fórmulas regeneradoras. Hasta ahí, un producto atractivo para un significativo porcentaje de ciudadanos cansados e indignados con lo que ven y sufren. Pero Podemos aún no ha comenzado a descarnar sus propuestas de gobierno. ¿Implantará una Renta Universal Mínima, tal y como propuso para las Europeas? ¿Sigue manteniendo el impago de la deuda? ¿Y el control de los medios de información? ¿Nos sacará de la OTAN? ¿Y del euro? Y poco a poco, a medida que vaya desgranando su postura irá inquietando a unos y otros. Para Podemos, lo mejor es la indefinición, mantenerse como un ectoplasma vaporoso que no muestra su rostro, sino que simplemente sobrevuela la ruina de un sistema político empeñado en suicidarse. Más guapo si no sale en la foto.
Podemos ejerce una contradictoria sensación de atracción/repulsión. Su cara más amable, la lucha contra la corrupción, el mostrar los abusos del sistema. Su cara peligrosa, una evidente similitud al uso y manera del chavismo venezolano, unas recetas económicas que nos arruinarían definitivamente y un contradictorio culto al líder ya anticipado en el uso de su efigie en el logo de las papeletas europeas y confirmado con la laminación de cualquier voz discordante en los órganos de gobierno de su formación.
Podemos vivirá durante dos o tres meses su luna de miel. Pero también le queda un duro camino por delante. La elaboración de listas, las posibles crisis internas que pudieran derivar en otros nuevos Podemos aún más puros y democráticos que el Podemos personalista de Pablo Iglesias. A medida que vaya definiendo sus perfiles, la criatura resultará menos atractiva para muchos o incluso le generará un vivo rechazo. Los de Pablo Iglesias quizás hayan cometido un error al constituirse tan pronto como partido, ya que tendrán que empezar a llenar de contenido su cesta programática. Y cada nueva medida que planteen, tendrá reacciones a favor y en contra. No es fácil evolucionar hacia el centro desde la radicalidad sin generar rechazos, desconfianzas, desencantos y deserciones. Ya veremos. Al mismo tiempo, sus caras visibles serán sometidas al mismo escrutinio que sufren los miembros de los restantes partidos políticos. Ya hemos visto que, por ejemplo, el uso fraudulento que Íñigo Errejón hacía de una beca de la universidad de Málaga. ¿Es esta la regeneración ética que predican? El advertido ya sabe que siempre es más fácil predicar que dar trigo…
Es bueno que Podemos haya aparecido. Obligará al resto de actores políticos a moverse y a reaccionar. Pero Podemos ha cometido su primer gran error estratégico, comenzar a definirse demasiado pronto. Las elecciones quedan aún muy lejanas y en esa larga travesía quizás pueda comenzar a derretirse la cera de las hermosas alas que tan rápido la ascendieron hasta los cielos. Y más fuerte será entonces la caída….
Manuel Pimentel
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