miércoles, 10 de diciembre de 2014

Si pones en Google contratación pública sale corrupción

Acabo  de hacer la prueba.  Lo podéis  comprobar.  Escribir en google: Contratación pública. El primer resultado en las noticias es: Corrupción.

Parece que la corrupción ni tiene fondo, ni límites. La red está que echa chispas con la corrupción que hay a través de la contratación pública.
El sábado 1 de noviembre de 2014 Carlos Mier publicaba el artículo: “No solo ‘Operación Púnica’: los atajos para contratar ‘a dedo’ con el Estado”. En el artículo hay muchos datos de la “última” macrorredada anticorrupción: “30 personas detenidas, entre políticos, funcionarios y empresarios; fraccionamiento  de contratos, adjudicaciones  ’ad hoc’ con un único pretendiente, pliegos a la carta; el 50,62% de los contratos sufragados con dinero público desde 2009 se han tramitado como procedimiento negociado  sin  publicidad;  en  Madrid,  se  han  troceado  5,33  millones  en  una  interminable  lista  de contratos menores…”.El sábado 3 de noviembre de 2014, “Esperanza Aguirre daba su receta contra la corrupción” que incluye
6 medidas, siendo la última de ellas: “Cambiar la Ley de Contratos del Estado. Para que haya transparencia y para elegir obligatoriamente la oferta más ventajosa en el precio”.
Ese mismo día Andrés Betancor publicaba “Corrupción y contratación pública”, en el que señala: “A mi juicio, sin descartar que habría que introducir mejoras en la legislación, se debería actuar, particularmente, sobre los incentivos. Tanto los que incitan a la corrupción como aquellos que la disuaden; eliminar aquéllos, potenciar éstos. Un potente disuasivo es el castigo penal. Y para que éste se pueda  aplicar  se necesita  información,  la de aquellos que tienen conocimiento de las irregularidades, la de los insiders.
La adjudicación  es el resultado  de procedimientos  complejos  en los que necesariamente  debe participar un elenco importante de funcionarios. ¿Por qué razón ninguno denuncia, al menos, las sospechas?
La denuncia, la delación, podría ser un instrumento eficaz contra la corrupción. Se debería crear, a   mi   juicio,   un   mecanismo    que   permitiese    a   esos   empleados,    salvando   cualquier responsabilidad personal, poner de manifiesto sus sospechas. No sólo estarían protegidos frente a  cualquier  tipo  de  castigo  sino  que,  incluso,  podrían  obtener  algún  tipo de beneficio  si la investigación llega a buen puerto. También habría que reforzar los controles internos en manos de funcionarios igualmente resguardados de presiones para que sus informes, si son negativos, constituyan  un indicio  fuerte de las irregularidades  provocando el inicio de las investigaciones pertinentes”.
El 4 de noviembre Francisco Cano Molina publicaba en la comunidad de contratación pública de la red social de Instituto Nacional de las Administraciones Públicas (INAP SOCIAL) que la “opacidad encarece un 20% los contratos públicos”. Cuenta Francisco que “no es la primera vez que desde un blog especializado se difunde  información  al respecto de esta lacra, sin ir más lejos en febrero de 2014 se publicaba un artículo en fiscalizacion.es con el título  “Sobrecostes, corrupción y control”  de Antonio Arias Rodríguez…”.
Ese  mismo  día  en  el  grupo  de  Novagob,   “Por  una  administración  de  calidad  al  servicio  de  los ciudadanos” se debatía qué hacer contra la corrupción. Diversas opiniones:
●    Víctor Almonacid: proponía la licitación electrónica.
●    Antonio Galindo: pensaba en que la Plataforma de Contratación del Sector Público se convierta en un único sitio donde esté toda la contratación pública y se publiquen las licitaciones en open data para facilitar el seguimiento por parte de la sociedad civil.
●    Roberto  Santos  Santos  también  “consideraba  que  la fiscalización/auditoría  por parte de la ciudadanía  de  la  contratación  pública  es  importante  por la prevención  y persecución  de la corrupción pero sobre todo porque la concurrencia y competencia hacen más fuerte el sistema productivo”.
Parece que todo apunta a que la contratación se gestione en formato electrónico para que así convierta en un proceso de trabajo trazable, público, transparente y controlable.
Además de los controladores oficiales, de los que cobramos por ello (funcionarios, secretarios, interventores,  miembros  de  las  mesas  de  contratación,  grupos  políticos  en  la  oposición,  órganos externos de fiscalización, tribunales especiales de contratación y tribunales), parece que todo apunta a que deberán ser los ciudadanos los que vigilen qué se hace con el dinero público.
Pues bien, ya existe una iniciativa ciudadana, el proyecto ¿quién cobra la obra? con el que se quiere dar una radiografía de la obra pública en España y la información de qué constructoras se han llevado los mayores  contratos  y  cuáles  son  sus  vínculos  con  lo  público.  Un  proyecto  que,   gota a gota, está buscando financiación y colaboradores para atender a sus necesidades y así conseguir:
●    Crear una base de datos descargable de contratos de obra pública.
●    Mostrar los datos analizados en una página web abierta a todos y con licencia CC.
●    Publicar  tres reportajes  de investigación  que analicen  a fondo  casos concretos  y tendencias generales.
●    Publicar manuales descargables que expliquen cómo funciona la contratación pública.
¿Y tú que piensas?, ¿cómo funcionario y cómo ciudadano?.
Guillermo Yañez Sánchez

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