Al imperio de la corrupción le corresponde la fiscalización de tres centavos. Esto es, recientemente la revista Auditoría Pública de los Organismos Autonómicos de ControlExterno de España, ha publicado las nuevas bases al Premio XVIII, que se lleva a cabo anualmente, con el fin de estimular la realización de trabajos sobre temas relacionados con la fiscalización de los fondos públicos, entre las que destaca, “en todos los artículos que se publiquen en los dos últimos números que anualmente publica la revista, recibirán 300 euros. Asimismo la extensión de los artículos no deberá sobrepasar los 30,000 caracteres; luego, en el cumplimiento al límite de la extensión, 100 caracteres de trabajo teórico se recompensarán o pagarán a 1 euro. Lo que significa que independientemente de la extensión, la recompensa o valor al esfuerzo intelectual en la reflexión de los fondos públicos será de tres centavos, un reconocimiento miserable. Aunque como siempre voces reconocidas del mundo de la fiscalización pretendan justificar las acciones de la revista, y por ende, de los Órganos de Control.
En tanto, el también certamen anual de ensayo sobre fiscalización y rendición de cuentas, promovido por la Auditoría Superior de la Federación, ASF (órgano rector de la fiscalización) y prestigiadas instituciones y organizaciones académicas y sociales de México; en los tres premios que entrega anualmente se reparte 450 mil pesos. Sin embargo, independientemente del menor o mayor estímulo al trabajo de investigación en la fiscalización, lo que debe analizarse es sí los escritos premiados o reconocidos proponen soluciones a los graves problemas en la Administración Pública, tal como la corrupción.
En México, el reciente certamen nacional de ensayo, el Décimo Cuarto, de tres premiados dos versaron sobre la corrupción: “Corrupción: estructura y herramientas para combatirlas” de Juan Francisco Sánchez Vela, segundo lugar, dice “el llamado último de este ensayo es a la voluntad y al compromiso de actuar de los políticos y funcionarios”. Y en tercer lugar, “Fortalecimiento de la red de Fiscalización para abatir la corrupción en México” por Rolando de Luna Dávila, en donde establece “La solución no está en generar más participantes en el sistema fiscalizador, es tomar los existentes, mejorar los marcos legales, incrementar las sanciones, generar una cultura democrática que luche contra la corrupción”.
Y en España, Antonio Minguillón Roy, primer lugar en la pasada premiación con su trabajo “Las ICEX deben ser implacables en la lucha contra el fraude”. Reafirma y reconfirma que no es cometido del Tribunal de Cuentas investigar casos de fraude, al señalar “Es evidente e indiscutible que las competencias directas, pero no exclusivas, de la lucha contra el fraude y la corrupción corresponden a instancias especializadas: la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude y las Oficinas Antifraude (…) y agrega, para hacer frente a la corrupción, entre otras medidas, se impone la necesidad de reforzar el Tribunal de Cuentas sus homólogos autonómicos”.
De lo anterior cabe analizar que tantos unos como otro, coinciden en el enfoque y terminología, mejorar, reforzar. Y ciertamente toda mejora es un cambio o progreso, y todo reforzamiento en la fiscalización intenta hacer más fuerte a las instituciones de fiscalización.
Pero, ¿Cómo se fortalece al Tribunal de Cuentas de España, o a la Auditoría Superior de la Federación en México si evaden poner como objeto de su práctica, a la corrupción?
Por ello, Antonio Minguillón, sentencia, “es indiscutible”. Es decir, tan claro para los sentidos o para la inteligencia que no se puede cuestionar o poner en duda. Sí, es el mismo pensamiento que permea a todo el mundo de la auditoría y fiscalización. En México, Juan Manuel Portal, Auditor Superior de la Federación, en su artículo “Las consecuencias del Informe de la ASF” de fecha 05 de marzo del presente año, publicado en el blog oficial de la ASF. Empieza (de poner piezas) su escrito, “Como es del conocimiento del lector, el Informe de Resultados de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2013 se presentó el pasado 18 de febrero. Ya es tradicional se presente un gran cúmulo de reacciones”. O sea, ya es costumbre que año tras año, tras la presentación del Informe de Resultados de la Fiscalización de Cuentas Públicas. Distinga, tres tipos de reacción: el primero se basa en notas de reacción inmediata que buscan temas no identificados; el segundo, se refiere a una evaluación crítica que se caracteriza por llegar a una conclusión generalizada de que el sector público presenta serias deficiencias e incurre, sistemáticamente , en actos irregulares como parte de su funcionamiento; y la tercera, está representada por distintos formadores de opinión que, con base en el análisis de casos particulares, buscan ofrecer al público una aproximación centrada en aspectos estructurales, así como plantear alternativas para su solución”. Agregando que estas alternativas contribuyen a enriquecer el debate al coadyuvar en modificaciones de fondo y son bienvenidas, dado que el cometido de la Auditoría Superior de la Federación es ofrecer información independiente y objetiva.
Así, de entrada Juan Manuel Portal, establece que su información es independiente y objetiva. Por lo que no se debe ni puede poner en duda las ideas del Auditor Superior, le sostiene la tradición del pensamiento de la auditoría y fiscalización que ante la crítica y reflexión, reclama, es ¡indiscutible! Un discurso que niega en los hechos el debate pero que en los artículos lo ensalza. Porque luego de distinguir las reacciones ante los Informes de Resultados, acepta “estas alternativas, y otras más, contribuyen a enriquecer el debate y aportan elementos que pueden resultar complementarios en aras de obtener un panorama general de lo que para la sociedad implican las observaciones y hallazgos del uso de los recursos públicos”.
Pero, ¿Cuál debate?
Para que exista un debate, es necesario que se encuentren dos posiciones antagónicas, de lo contrario, si los participantes están de acuerdo en todo, no se produce confrontación. Y, Juan Manuel Portal en este artículo solamente analiza los diversos grupos críticos pero no en qué consiste la divergencia. En realidad los responsables de las instituciones de fiscalización no dudan de los fundamentos de la auditoría y fiscalización, ni menos los discuten. Su desarrollo e historia está caracterizada por la imposición. Ante los auditados, la sociedad, y su propio personal.
Así se ha demostrado en la Auditoría Superior de Michoacán. Años atrás un movimiento de auditores demandó mejores condiciones laborales; la reacción, el despido de un grupo numeroso. Ahora en el año 2015, han cambiado de domicilio de sus oficinas, y ha sucedido lo evidente, el hacinamiento administrativo que priva en su espacio de trabajo refleja el estado lamentable de la fiscalización en el estado de Michoacán. Este caso como otros, caracterizan a una fiscalización autoritaria y antidemocrática. Negada a discutir solamente impone. Y ahora con un sistema nacional anticorrupción que continua la tradición de eximir a las entidades de fiscalización en la lucha contra la corrupción. Se aplaude pero será inútil, aunque se pongan el disfraz de lobo feroz. Tal como, las entidades de fiscalización superior deben ser ‘Implacables’ en contra el fraude y la corrupción, cuando se difumina su objeto en el galimatías de las tresEs. Sí les ha resultado más cómodo, dedicarse a repetir. Repiten lo aprobado en las asociaciones e instituciones internacionales de auditoría y fiscalización, y los profesores universitarios que pudieran promover la búsqueda de nuevos caminos, caminan por lo trillado. Sí, son los expositores, los ganadores de premios, los que piensan y escriben sobre los problemas de la fiscalización, los que imponen la agenda de la auditoría y fiscalización. Pero éste camino se encuentra agotado para establecer como objeto de su práctica, a la corrupción. Sin embargo, es el único camino, el antídoto, la fiscalización de probidad, cuyo objeto, es determinar si un funcionario o una gestión pública en lo particular se han manejado con probidad o no, es decir, con honestidad. Por ello, año tras año surgen reacciones por informes de auditoría que pasan las hojas sin tocar a la corrupción e impunidad, y año tras año continuaremos escribiendo del imperio de la corrupción porque la fiscalización es de a tres centavos.
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