Un amigo le pregunta a otro:
- ¿Qué vas a hacer con los mil millones que te han tocado en la lotería?
- ¡Tapar agujeros!, contesta.
Y el amigo insiste,
- ¿Y el resto?
- ¡El resto que esperen!.
Aunque siento un poco de rubor al poder parecer un poco masoquista, ojeo este fin de semana “Carta Local”, la Revista de la FEMP y, como siempre, encuentro en la portada un titular que se refiere a la insuficiencia de dineros locales: “La FEMP pide a las CCAA un fondo incondicionado equivalente a 70 € por habitante”. En otro titular se dice “Fondo para el empelo y la sostenibilidad local. Confianza renovada”. Vaya novedades, los Ayuntamientos reclaman más dinero. Y cuando les llega algo más de lo habitual (Fondo Estatal) el comentario es “Ve usted como debe darme más, ¿no ve lo bien que gestionamos el dinero público?”. El tercer titular se refiere a la “Colaboración con la DGT para reducir los accidentes en las ciudades”. No me resisto a comentar estos tres temas desde el punto de vista del currante y desde las trincheras administrativas rurales periféricas.
Uno. La Revista de la FEMP mantiene el tema de la insuficiencia económica local como un tema estrella, no hay revista en la que no se aborde, de una forma u otra, el asunto. Así que las Administraciones Públicas, eso que llamamos “poderes públicos” deberían, digo yo, reconocer de una vez por todas el problema y, si existe, tratar de resolverlo ya. Porque al final son los partidos políticos los que deciden y que yo sepa el color político del Presidente de la FEMP suele coincidir con el del partido del Gobierno Central. Parece, en fin, que todos estos habituales titulares no son más que un divertimento o una gran representación cómica. Con razón los periodistas utilizan a menudo la expresión “escenificaron el acuerdo...” ¿Por qué no se quiere resolver?. La excusa de que no hay dinero suficiente parece una filfa. El problema es que ni el Estado ni las CCAA lo consideran un problema. Nos enseñaban que la decisión económica se caracteriza por la necesidad de que el sujeto económico tiene que decidir qué hacer con siempre escasos recursos ante siempre necesidades crecientes y además alternativas. En 2009 el Estado destinó ocho mil millones en el FEIL y en 2010 cinco mil millones en el FESSL, entre uno y otro, ¡trece mil millones de euros!. Dejémonos de monsergas y resolvamos de una vez el problema competencial Estado-Autonomías-Ayuntamientos. Una vez resuelto qué competencia tiene cada cuál, dótese de equis cantidad y cada uno, con su responsabilidad político-legal, que actúe como crea (por supuesto con criterios igualitarios para todo el territorio estatal). Los ciudadanos opinarán posteriormente en las urnas si se ha usado bien el dinero (qué triste, sólo se opina una vez cada cuatro años y para elegir a gente que ni conoces...). Cada Administración debería poder ser capaz de gestionar sus competencias propias por lo tanto hay que establecer un sistema definitivo para éstas y no para las impropias; son impropias porque son de otros. Que sean esos otros quienes las ejerzan. Con esto dejaremos de hablar de insuficiencia de recursos y competencias impropias. Pero eso que se pide, la posibilidad de que las CCAA entreguen 70 €/habitante me produce una inevitable hilaridad. Le llaman ordenación territorial, planes estratégicos de bla-bla-bla, cuando en realidad seguimos en el mismo clientelismo de siempre.
Dos. ¿Alguien cree que el problema del desempleo se combate gastando dinero público a espuertas?. Si no nos tomamos en serio la situación acabaremos en la ruina. Toda Europa empieza a crecer ya aunque sea levemente y nosotros aun estamos decreciendo, en la cola europea. ¿No estaremos haciendo algunas cosas francamente mal? ¿No sería mejor en estos momentos bajar impuestos para reactivar la economía y apretarnos todos bastante el cinturón?. Pese a que hay administraciones que han ajustado mucho sus presupuestos, otras siguen con un gasto descontrolado. Tanto el FEIL como el FESSL pueden tener efectos perversos. Se exige que se trate de actuaciones que un Ayuntamiento no tuviese previstas, ya que con la lógica que sostiene el sistema, se pretende que éste siga invirtiendo “normalmente” en aquello que considere prioritario con sus recursos habituales y el Estado afronte aquellas otras cosas que se crean necesarias pero para las que no se cuente con recursos. Lo que quiere decir que las actuaciones del FESSL son cien por cien subvencionadas, al margen de que se sigan haciendo las actuaciones municipales normales. Esto supone un importante incremento del gasto público sin tener en cuenta que probablemente hubiese sido preferible (se está pidiendo también desde la FEMP) que se concediesen cantidades para financiar el déficit y desequilibrio que se está generando en muchas Corporaciones como consecuencia del vertiginoso descenso de ingresos debido a la crisis. Alguien de la FEMP reclamaba recursos para pagar las facturas “que se tienen en el cajón”. De otro modo podemos hacer bueno la conocida frase de Groucho: Surgiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria. Orgullo municipal, eso sí; los Ayuntamientos se sienten importantes porque el Estado les otorga una confianza especial.
Tres. Y un breve comentario sobre el tercer titular de la Revista a propósito de la “Colaboración con la DGT para reducir los accidentes en las ciudades”. Está muy bien la Declaración de Gijón-2009 desde el punto de vista literario y desde las buenas intenciones. Pero recuerdo la absoluta inexistencia de control de tráfico por carencia de medios en aquellos municipios que carecen de policía local. No obstante haber delegado muchos Ayuntamientos las competencias de tráfico en el Estado para que se ejerza a través de la Guardia Civil, ésta no interviene habitualmente. Sólo muy puntualmente interviene. Los pequeños municipios siguen desasistidos. No ha dado ningún resultado la posibilidad legal (Ley Orgánica 16/2007 de 13 de diciembre, complementaria de la Ley para el desarrollo sostenible del medio rural) de creación de cuerpos de policía comarcales/agrupados/mancomunados. Desconozco la razón.
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