martes, 29 de junio de 2010

Huelga General for ever

Ahora que arrecian las críticas contra las organizaciones sindicales, debemos reconocer públicamente el importantísimo papel que han representado durante nuestra reciente democracia. No comparto la opinión de quienes las consideran un problema; más bien tiendo a pensar que son parte de la solución. Una vez dicho esto, como cualquier otra organización, tienen sus aciertos y sus errores, y últimamente, la verdad, no han estado muy afortunadas. Tampoco las organizaciones empresariales, todo sea dicho. En estos momentos de gravísima postración de nuestra economía, nuestro empleo y nuestro estado de ánimo colectivo, les rogamos hace dos años que llegaran a un acuerdo para reformar nuestro mercado laboral. Era evidente que el que teníamos no marchaba bien, y que precisaba ajustes para competir en un mundo que se mueve y que no nos espera. Pero ni unos ni otros han estado a la altura de las circunstancias. Debemos recriminarles su cómoda pasividad  que ha conducido a un costoso fracaso. Todos hemos perdido con ello. También sindicatos y empresarios, que han visto mermada su legitimidad moral en la lucha contra la crisis. Se limitan a grandes declaraciones, pero no han sido capaces de ceder ni un ápice para consensuar un nuevo marco laboral. Al final, le tocó al gobierno hacer la tarea, con lo que, como no podía ser de otra manera, les ha costado sy correspondiente, habitual y consuetudinaria huelga general. Nada nuevo bajo el sol. En España ya sabemos lo que hay. De oficio, cada vez que el gobierno intente mover una coma del Estatuto de los Trabajadores la caja de los truenos se abrirá bajo la forma de una huelga general. Un pena, la verdad. Cinco huelgas generales han tenido lugar por motivos laborales. Los sindicatos mayoritarios acaban de convocar  la sexta, dilatándola de forma extraña hasta finales de septiembre de 2010. Repasemos de forma breve la historia de las anteriores. El 20-J de 1985, bajo el lema "No al recorte de las pensiones" se convocó una huelga general contra el gobierno de Felipe González por su reforma de la Ley de Pensiones en la que aumentó el periodo de cálculo de la pensión desde los dos años hasta los ocho años. Para que se pueda observar la evolución de la sociedad española, en 1994, en el conocido Pacto de Toledo, se aprobó la ampliación del periodo de cálculo a quince años, con un alto consenso social y político. En la reforma que se proyecta realizar en 2010, es posible que este periodo aún se amplíe más. Lo que motivaba una huelga general hace veinticinco años, hoy parece poca cosa. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que nuestra sociedad envejece y la relación cotizante/ pensionista se deteriora. La siguiente huelga general se convocó el 14-D de 1988 bajo el lema "Para que no siempre paguemos los mismo. Juntos podemos" contra el plan de empleo juvenil y la política económica del gobierno. La reforma laboral aprobada por decreto-ley en 2010 contempla medidas de empleo juvenil de similar calado sin que haya motivado ningún tipo de protesta sindical.  El 28-M de 1992 se convocó una tercera huelga general contra el gobierno de Felipe González bajo el lema "Se equivocan, así no es posible" para protestar en contra del recorte de las prestaciones por desempleo. Desde entonces nos se han tocado, salvo algunos ligeros recortes en 2002 y los 420 euros de subsidio aprobados de forma coyuntural durante la presente legislatura. La cuarta huelga general – y probablemente la de mayor repercusión – contra Felipe González se celebró el 27-E de 1994 bajo el lema “Por el empleo y la solidaridad” contra la reforma laboral del gobierno socialista, en el que creó la figura del despido por causas objetivas de 20 días, que acaba de ser levemente retocado en la reforma de 2010. El 20-J de 2002 se convocó una huelga general contra el gobierno de José maría Aznar por la reforma en el sistema de desempleo y de la Ley Básica de Empleo bajo el lema “Empleo y protección social son tus derechos. ¡Que no te los quiten!”. En junio de 2010 se acaba de convocar una huelga diferida al 29 de septiembre contra la última reforma laboral. En resumen, nuestra democracia laboral es un esfuerzo por flexibilizar unas instituciones laborales consagradas a finales de los años setenta y herederas de las normas franquistas. Si vemos nuestra historia, vemos que todo lo que se ha conseguido son ligeras modificaciones de estas normas, para lo que se han tenido que vencer enormes resistencias sociales y sindicales. Como muestra de ello, la exagerada reacción de convocar una nueva huelga general en 2010 en protesta de una reforma limitada que parece mover mucho para dejar todo prácticamente como estaba.
Sólo la reforma del 97, por consensuada, se libró de la consabida huelga general. Ahora somos testigos de una nueva convocatoria para el 29 de septiembre, huelga que respetamos, pero que no compartimos. Días antes de la aprobación del decreto-ley, los dos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, convocaron huelga general para el 29 de septiembre de 2010. Un huelga legítima, sin duda alguna, pero extraña, desproporcionada y contraproducente. Extraña porque fue decidida sin conocer siquiera el texto final que se aprobaría y convocada con tres meses de anticipación, en coincidencia con una convocatoria europea. No existen precedentes de esta doble circunstancia. Creo que es desproporcionada, porque el texto que conocemos no supone ninguna merma substancial de los derechos de los trabajadores, y contraproducente, porque debilita la confianza tanto interna como externa que tanto necesitamos en estos momentos.
    Con estos precedentes podríamos preguntarnos… ¿tan buenos fueron los legisladores del 80 para producir un texto que consideramos sacrosanto? Para muestra un botón: basta que lo toques para que te convoquen una huelga general. Descafeinada y extraña, pero huelga general, al fin y al cabo. 
Manuel Pimentel  

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