Pues miren ustedes. En mi Ayuntamiento tenemos un endeudamiento que no llega al 5 % de los recursos ordinarios. Los sueldos son mucho más bajos –con diferencia- que en otros Ayuntamientos, por poner un ejemplo del de la capital y del de los empleados de las Diputaciones. De beneficios sociales colaterales, ni hablemos, no tenemos apenas nada. Y no es lo mismo bajar un 5 % sobre una cantidad alta que sobre otra no tanto. Como dice un amigo, dame sueldos suecos o alemanes y servicios suecos y alemanes que ya pagaré impuestos sobre ellos. La cantidad que quede en mi bolsillo siempre será alta o al menos suficiente.
Así que nos aplican criterios generales para todos. Y lo más gracioso. El Estado sigue campando por sus respetos, endeudándose lo que le da la gana, sólo con el control que él mismo cree conveniente o que consigue despistar ante Europa, y despilfarrando en gastos absolutamente estúpidos. Por no decir de las Comunidades Autónomas.
Y para rematar la faena resulta absolutamente indignante el control preventivo del endeudamiento que las mismas hacen a los Ayuntamientos (sí, ya sé, es la norma), pidiendo datos y más datos para comprobar déficits o superávits, deudas vivas o moribundas, remanentes y no se sabe cuántas cosas más, para que autoricen o tomen razón de las nuevas previsiones de endeudamiento, mientras vemos que ellas mismas se aplican las normas como mejor les viene y se ajustan (o no) a las normas. Al final un probe desgraciado Ayuntamientito tiene la culpa de todos los males del país. Ridículo, simplemente.
Paradigmático que Cataluña haya acudido recientemente al crédito y las entidades financieras no le hayan prestado las cantidades que solicitaba ni mucho menos, sino unas muy inferiores. Mientras todos hacen dejación del ejercicio de competencias o se atribuyen unas que no les corresponden. Porque a título simplemente ejemplificativo ¿cuánto cuestan las delegaciones o embajadas catalanas en el exterior? ¿Cuánto cuestan los informes externos que continuamente encargan a gente afín al objeto de poder compensar económicamente no-se-sabe-qué.? ¿Cuántos asesores de pacotilla hay pululando por los gabinetes de altos cargos en casi todas las CCAA?
Como discutía el otro día con una Concejal. No me importa excesivamente que me bajen el sueldo; si todos debemos esforzarnos, lo haremos. Lo que no soporto es que se sigan perpetrando continuas injusticias, gastos estúpidos y desmanes económicos sin control.
¡Que buenos caballeros seríamos si tuviésemos buenos señores…!
Ignacio Pérez Sarrión
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