De entrada, los consumidores españoles no pagan el coste real de la energía lo que ha generado el famoso "déficit tarifario", esto es, las empresas que venden electricidad lo hacen a un precio inferior al que cuesta producirla. Con el tiempo, ese agujero se estima en unos 20.000 millones de euros que, antes o después, alguien tendrá que pagar salvo que se pretenda que las compañías eléctricas vayan a la quiebra. Como esta hipótesis parece improbable, los ciudadanos de este país tendrán que cerrar esa brecha bien con un recibo de la luz más alto bien con una subida de impuestos. Como diría Holmes, elemental querido Watson Por otra parte, la congelación tarifaria tiene un impacto terrible sobre las empresas eléctricas. Por un lado, reduce de manera sustancial sus ingresos lo que inevitablemente conduce a un recorte de sus inversiones. Optarán bien por no invertir dentro y/o por hacerlo fuera en parajes con un entorno regulatorio más favorable. Por otro, la menor rentabilidad de las compañías del sector se traducirá en una rebaja de sus calificaciones financiero-crediticias lo que dificultará y encarecerá la obtención de recursos en los mercados de capitales. En un entorno como el actual, en el que las empresas españolas tienen casi cerrada la financiación externa, esto constituye un golpe demoledor.
En conclusión, la no subida del precio de la luz constituye un error y responde en gran medida, a consideraciones de carácter político o electoral que no sólo no resuelven sino que agravan los problemas del sector energético español. Esto es una pésima noticia y pasará una elevada factura en el futuro.
Lorenzo de Quiros.
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