lunes, 6 de junio de 2011

De negociación colectiva, pepinos y ciclos

Fergurson, el entrenador del Manchester, en un alarde de caballerosa deportividad, reconoció la aplastante superioridad del Barça tras su victoria en la final de la Champion. Comentó que todos los equipos experimentan ciclos, y que el Barcelona FC gozaba, en estos momentos, de las mieles de su cima. Tenía razón. Todas las organizaciones tienen ciclos al alza, cuando todo parece salirles bien, y a la baja, cuando todo se desliza a peor. Y mientras que los vientos de la fortuna soplan a favor del equipo catalán,  el destino le pinta bastos a nuestro ancestral PSOE, tras muchos años de dulce miel y reluciente oro. Las desgracias nunca vienen solas sino que conforman legión para los socialistas: la mala gestión de la crisis económica, el tortazo electoral en las municipales y autonómicas, la equívoca determinación/ nominación/dedazo de Rubalcaba., y, por si fuera poco, hasta los pepinos se rebelaron, y los alemanes, con grave improvisación – quién lo diría, ellos tan perfectos – nos señalaron con su irresponsable dedo acusador por una falta que no habíamos cometido. Cada día desconfían más de nosotros, y nuestra debilidad externa nos hace presa fácil de caprichos y desvaríos varios, que así de dura es la vida, que le vamos a hacer. Pues en esta estábamos, cuando saltó la enésima mala noticia. Empresarios y sindicatos se levantaron de la malhadada mesa de reforma de la negociación colectiva, tras comprobar lo imposible de su cometido. Meses y meses de trabajo tirados por la borda que no sirvieron para otra cosa que para conformar un sonoro fracaso y abonar la melancolía de lo que pudo haber sido y no fue. Al gobierno, inocente en este culebrón, le cae ahora la patata caliente. Tendrá que presentar su propia reforma el día 10, y a buen seguro que a nadie dejará contento. Si se queda corto, nuestros prestamistas nos subirán el coste asfixiante de nuestra deuda, y, si se pasa, su parroquia le hará pagar factura en las próximas elecciones. Por uno u otro lado, será el PSOE el que pague. Cosas de los dichosos ciclos de Fergurson, quién sabe.
Mientras que los socialistas optimistas están ocupados en repetir el mantra del consuelo de que no existe mal que cien años dure y mientras que los socialistas pesimistas le añaden aquello tan fúnebre de que ni cuerpo que lo aguante, los españolitos de a pie debemos pedir responsabilidades no sólo a nuestros vapuleados partidos políticos, sino que, también, debemos exigírselas a los agentes sociales. ¿Cómo es posible que no se pongan de acuerdo ni siquiera ante estas circunstancias extremas de nuestro empleo? La negociación colectiva es vital para nuestra competitividad y capacidad de creación de empleo. La negociación colectiva es a la norma laboral casi lo mismo que los reglamentos a las leyes. Éstas teorizan y ponen límites, pero aquella es la que concreta la realidad. Ya sabemos lo que decía el prócer Romanones: hagan ustedes las leyes que deseen, pero déjenme a mí los reglamentos. Pues eso: son los convenios colectivos, ¡estúpido!
Sin embargo, la sociedad española no ha prestado suficiente atención a una materia tan trascendente y nos hemos preocupado mucho más por las sucesivas reformas laborales que no hacen otra cosa sino el decirnos el cómo podemos entrar a trabajar y el cómo salimos de la empresa, pero casi nada nos indica del cómo trabajamos durante el tiempo – a veces corto, pero en otras ocasiones de muchos años – que estamos entre los dos extremos. Los convenios regulan salario, jornada, turnos, vacaciones, responsabilidades, es decir, todos los aspectos que hacen posible el día a día de la empresa y del trabajo. Pues bien, nuestros agentes sociales han sido incapaces de alcanzar un acuerdo básico sobre la materia. Los sindicatos apenas se han movido, y los empresarios prefirieron levantarse antes que participar en los juegos florales de una acuerdo sin contenido. ¿Qué hará el gobierno ahora? Pues visto lo visto, nos tememos que una reformita insubstancial que deje las cosas más o menos cómo están. No podemos permitírnoslo. Nuestro sistema de negociación colectiva tiene más de treinta años y está completamente obsoleto. Y lo que era bueno para la España de los setenta, no tiene nada que ver con lo que precisamos en la España de la segunda década del XXI. Resulta imprescindible reformas que nos acerquen al resto de países europeos, de los que, desgraciadamente, nos separamos día a día en empleo y competitividad. Los agentes sociales no estuvieron a la altura. Lástima. ¿Lo conseguirá ahora el gobierno? Ojalá, aunque, si hacemos caso a los dichosos ciclos, al gobierno no podrá evitar el continuar deslizándose hasta el precipicio mientras le dura su ciclo bajista. Quizás usted tenga más confianza que yo en este Zapatero epilogal, pero yo me quedo con la filosofía parda del bueno de Fergurson.
Manuel Pimentel

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