lunes, 25 de julio de 2011

El equilibrio veraniego

Aunque el verano suele cambiar todas nuestras prioridades, y las cuestiones que nos han ocupado durante el invierno pasan a un segundo plano, este año padecemos una tremenda presión de los mercados financieros sobre la deuda pública de los países mediterráneos, y es imposible ignorar la gravedad del momento.
Grecia ocupa un lugar predominante en la lista de preocupaciones; pero Portugal, España y ahora Italia no desaprovechan la menor ocasión para robar planos de atención pública al país heleno. En mis artículos anteriores me he referido a Grecia, y hoy vuelvo a hacerlo, pero desde un punto de vista diferente y, he de reconocer, bastante informal pese a la gravedad del momento: la situación es tan extrema, que causa pudor tratar asuntos triviales, pero el verano es el verano.
Casualmente he hablado estos días con varias personas que, por diferentes motivos, tienen previsto ir de vacaciones a Grecia, bien sea en plan cultural, o en plan turístico playero, y tal coincidencia me ha llamado la atención. Es evidente que Grecia ha sido siempre un lugar muy atractivo para las vacaciones, interesante, y próximo; pero este año parece que ha ganado puntos en la lista de intenciones de muchos españoles (los que se puedan permitir unas vacaciones así, claro).
En todas esas charlas sobre veraneos en Grecia el diálogo ha sido parecido: teníamos ganas de ir desde hace mucho tiempo, hemos encontrado una oferta muy interesante, nos sale muy bien de precio, etc.; con tal de que nos respeten las huelgas y manifestaciones, estaremos muy bien. Y la verdad es que resulta un razonamiento muy sensato que, además, refleja uno de los posibles mecanismos de ajuste que deben funcionar para que Europa supere la crisis (si queda tiempo para ello).
Como consecuencia de la adversa situación que está experimentando Grecia desde hace tiempo, y dado que el país no dispone de la herramienta de la devaluación de la moneda para superar la crisis, sólo queda el recurso de reducir los costes nacionales para ganar competitividad: los precios de los activos, salarios y servicios deben bajar; es decir, el país se tiene que abaratar respecto del exterior, para ganar atractivo ante el resto del mundo, de Europa, principalmente. (Por favor, “no disparen sobre el pianista”, la economía es como es).
Cuando se produce ese abaratamiento del país, hay muchos demandantes del producto Grecia como destino turístico que antes no podían, o no querían, gastar parte de su renta en visitarlo que, sin embargo, ahora sí ven provechoso para sus propios fines organizar las vacaciones con ese destino; esto significa más ingresos para el país elegido y, suponiendo que, a pesar del malestar reinante entre los habitantes de Grecia, la calidad de servicio y atención no baje (e, incluso, que suba) se convierte en una oportunidad para equilibrar parcialmente la adversa situación.
Dependiendo del peso relativo que el turismo tenga en la balanza de pagos del país, se necesitarán más o menos años para superar el problema; en el caso de Grecia, el turismo es, sin duda, un componente muy importante del producto interior bruto (supone en torno al 20% del PIB) y, aunque ha sufrido mucho con la crisis y la mala imagen del país estos últimos meses, puede que este verano recupere parte del terreno perdido.
Es evidente que no sólo con turismo saldrá Grecia de su crisis, pero el razonamiento es parecido para todas las facetas de la economía: grandes empresas, autopistas de peaje, puertos, aeropuertos, etc. son activos que han perdido valor relativo, sus propietarios actuales tendrán problemas serios para mantenerlos a flote o sufrirán importantes pérdidas, el gobierno no podrá mantener a todos sus empleados, o tendrá que pagarles mucho menos…; a los ojos de los inversores del resto del mundo, por el contrario, ganan atractivo: corresponden a un país cuyas reglas de juego se encuadran en el estándar europeo, la población seguirá necesitando que le ofrezcan productos y servicios, y aportando capital y métodos de gestión más avanzados, producirán unos rendimientos satisfactorios; la condición principal es que se respeten las normas de juego, o como dirían los veraneantes, que nos respeten las huelgas. Esa entrada de fondos procedente del resto del mundo, junto con los restantes ajustes internos que el país deberá afrontar, terminarán por revertir la situación, sentando las bases de la siguiente fase positiva del ciclo económico.
Está claro que en esta secuencia faltan matices, que muchas personas sufrirán en el ajuste (menos salario, pérdida del valor patrimonial, empeoramiento de las condiciones laborales y de jubilación, más presión fiscal….) pero en el agregado, puede que establezcan las bases para que el país siga aproximándose a los niveles de renta europeos. Como he dicho en otra ocasión, yo prefiero esa evolución antes que el modelo “sudamericano”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario