miércoles, 24 de agosto de 2011

Euro S & P

Continuando el tema de las agencias de calificación de mi artículo anterior, en vista de la medida que ha tomado Standard & Poors (una de las tres en el ojo del huracán de las críticas) de degradar un escalón el nivel de calidad de la deuda pública estadounidense a largo plazo dejándola en perspectiva negativa, propongo que se adopte esta agencia como si fuese europea, y así nos ahorramos el coste de cualquier otro invento. Puede sonar a broma, pero el argumento subyacente en la idea de quienes defienden la creación de una agencia de calificación europea no es mucho más seria.Como es sabido, S & P llevaba bastante tiempo avisando de la importancia que el debate sobre el techo de deuda pública tenía para estimar la calidad del emisor; han sido varios los informes que ha emitido, advirtiendo de esta circunstancia, y nada más concluir el debate con un acuerdo in extremis, como se esperaba, ha decidido rebajar de AAA (máximo nivel de calidad) a otro más bajo AA+, publicando la medida, para general conocimiento de los inversores.
La reacción de los políticos americanos ha sido la que cabía esperar, demostrando con ello que el problema subyacente es muy parecido en todos los países occidentales: ¿qué conocimiento tiene S & P para calibrar la calidad de la deuda americana? ¿Dónde estaba cuándo se valoraba como triple A los activos financieros derivados de las hipotecas basura? ¿A qué partido quieren apoyar? ¿Así piensan colaborar para que USA supere la crisis? Para ser sinceros, solo ha faltado que alguien los calificase como pro-europeos, pero yo no he encontrado ningún comentario en ese sentido.
La agencia ha publicado las razones en las que se ha basado para emitir su criterio, como todas hacen siempre; algún político norteamericano ha dicho que S & P ha cometido errores de principiante con los cálculos matemáticos, pero a mí me parece poco probable (aunque no imposible) considerando los métodos de revisión habituales en esas compañías, máxime en un asunto de semejante trascendencia.
S & P ha explicado los cálculos que ha empleado, partiendo de las cifras de la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO) en su previsión de la evolución del presupuesto público norteamericano para los próximos 10 años, en el que se recomendaba una reducción del gasto de 2,1 Billones (europeos) de dólares. Luego, a la vista del acuerdo finalmente alcanzado, han reelaborado la evolución posible del déficit público si se consiguen los ahorros previstos, 2,4 billones (ya sea porque el Comité Conjunto para la Reducción del Déficit de ambos partidos alcancen acuerdos, o en caso contrario, entren automáticamente en vigor las medidas de ahorro contempladas en el acuerdo: reducción de gastos discrecionales civiles, gastos de defensa, y medicare). Finalmente, ha estimado la previsión probable del PIB norteamericano, teniendo en cuenta que la economía sale de una profunda crisis y se necesita mucho tiempo para recuperar el crecimiento saliendo de una situación de endeudamiento tan elevada como la preexistente.
En resumidas cuentas, S & P llega a la conclusión de que el peso total de la deuda norteamericana medida sobre el PIB, que actualmente es del 74% (y, por eso mismo tiene el nivel AAA) podría llegar en 2021, al final del periodo establecido en el acuerdo de ambos partidos, al 85 % (escenario base) o al 101 % (escenario más probable según sus cálculos). Y por esa razón, no puede seguir mucho tiempo en el club de los elegidos.
El club de esos elegidos al que me refiero está formado por un selecto grupo de países cuya deuda pública ofrece un nivel máximo de seguridad a los inversores y todas ellas tienen el nivel triple A (de S & P); curiosamente, los países europeos son mayoría: Francia, Alemania y Reino Unido, a los que se une Canadá.
La agencia ha realizado los mismos cálculos para todos esos países (y es de suponer que si cometió errores con USA, los habrá repetido con los demás; y si no hubo errores entonces, tampoco ahora) concluyendo que todos esos países tendrán en 2015 unos niveles de endeudamiento en un rango entre el 30% (Canadá) y el 83% (Francia).
Es decir, partiendo de una situación actual que permite a USA compartir el máximo nivel de calidad como emisor, pero en el límite extremo de la categoría, si se cumplen para todos los países las variables previstas en sus presupuestos nacionales, dentro de 10 años Estados Unidos habrá perdido ritmo respecto a esos países. Por eso, avisa a los inversores de que, si no se toma otro tipo de medidas, (las que consideren oportuno los políticos norteamericanos), a largo plazo, la deuda americana será de niveles más bajos. No hay problemas de impago a corto plazo, por eso se mantiene la máxima calificación para la deuda a corto, pero se irá degradando los próximos años.
Como dije en la anterior ocasión, el culpable de esta situación no es quien califica, sino el analizado; y la calificación no es cuestión de nacionalidades ni del emisor, ni del analista, sino de hechos, datos, y previsiones: sí, ya sé que en todo ello hay mucho margen para supuestos, hipótesis, modelos matemáticos, etc., pero son las mismas herramientas aplicadas a diferentes realidades, y aportan el componente técnico del que dispone actualmente la macroeconomía. A este respecto, conviene señalar que las otras agencias comparten el diagnóstico, si bien todavía no han revisado sus propias calificaciones.
Como he señalado al comienzo, concedamos pasaporte europeo a S & P y nos ahorramos los costes de crear desde cero una agencia de calificación propia

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