Tenemos las elecciones encima, y la calamitosa situación social y económica de nuestro país no admite demoras. El nuevo gobierno, previsiblemente del PP y con holgada mayoría, tendrá que ponerse al frente de una nave que hace aguas. La primera decisión de Rajoy deberá ser la elección de un gobierno de personas experimentadas y capaces que inspiren confianza y que puedan comenzar a tomar medidas de inmediato. Los ministros deben llegar con su aprendizaje puesto.Este gobierno tendrá necesariamente que actuar en varios frentes. En Europa debemos reconquistar el protagonismo y capacidad de influencia que perdimos en los últimos tiempos. Nuestra recuperación económica pasa por la previa estabilización de la crisis financiera y de deuda europea, y nuestra voz y nuestros legítimos intereses deben ser escuchados para ello. Nuestro futuro debe conjugarse en el corazón del euro.
El gobierno debe garantizar el equilibrio presupuestario y el control del déficit. Para ello tendrá que recuperar capacidad jurídica para poder embridar los déficits autonómicos y locales. El PSOE deberá apoyar las reformas jurídicas necesarias para optimizar nuestra arquitectura institucional. Más difícil será obtener su apoyo para las reformas laborales y sociales, dado que el PP tampoco fue generoso con el actual gobierno. Rajoy no lo tendrá fácil, porque tendrá que aplicar medicina de caballo, dado el incumplimiento del objetivo de déficit para el presente ejercicio. Pero las medidas de ajuste, por sí solas, podrían deprimir aún más nuestra economía. Por eso, deberán acompañarse con medidas de estímulo y con reformas estructurales – mercado de trabajo, energía, finanzas, étc… – que permitan recuperar la competitividad necesaria de nuestra economía, factor fundamental para la creación de empleo.
Las políticas de recorte presupuestario deberán afectar a los gastos ociosos y redundantes, tan frecuentes, por desgracia, para conseguir garantizar los servicios públicos esenciales como la educación y la sanidad. Los recortes no pueden ser uniformes y el nuevo gobierno deberá priorizar. Y parece que sanidad, pensiones y educación deben tener un evidente protagonismo dentro del necesario gasto público esencial.
Manuel Pimentel
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