viernes, 18 de mayo de 2012

La reforma laboral del gobernador

El Gobierno alberga la esperanza de que el empleo pueda reaccionar un poco con el plan de proveedores, que permitirá a los ayuntamientos pagarles 25.000 millones de euros a los empresarios, y con el avance de la época estival, que se extiende desde la Semana Santa hasta septiembre.
En cualquier caso, sólo un hecho inesperado podría provocar un descenso determinante del paro, porque buena parte de ese empleo es volátil e inestable por su carácter temporal.
La profunda reforma del mercado de trabajo que ha hecho el Gobierno no basta para impulsar la ocupación. Cepyme, la patronal de la pequeña y mediana empresa, acaba de informar de que el 90% del sector no piensa crear empleo este año. E, incluso, el 30% va a reducir plantilla. Este es un dato muy importante porque las pymes suponen el 99% del tejido productivo español. Y, de ellas, el 95% tiene menos de diez trabajadores; es la microempresa.
Los hechos han obligado al Gobierno, a algunos gabinetes de estudios y a las organizaciones empresariales a decir ahora que la reforma laboral por sí sola no va a crear empleo, porque necesita de otros cambios en el conjunto de la economía. Por ejemplo, en el sector financiero, porque si no hay dinero para el tejido productivo no habrá crecimiento de la ocupación.
Muchos empresarios llevan cinco años de lo que ya es una depresión quejándose de la falta de financiación, de la decisión de la banca de cerrar el grifo. Tanto el anterior Gobierno como este han intentado solucionar el problema, mediante medidas parciales y una abundante inyección de dinero público. La última vez, el viernes pasado, a raíz del estrepitoso fracaso de Bankia y de descubrir, por fin, que buena parte de nuestro sector financiero está atrapado en el desplome de la construcción y del mercado inmobiliario.
El empresario medio ya no conoce cuánto dinero público se ha dedicado a los bancos y a las cajas de ahorro. Lo único que sabe es que a él le cuesta mucho obtener un crédito para tener liquidez diaria, y ya no digamos si quiere dedicarlo a un proyecto de inversión o crear empleo.
Algunos medios de comunicación y analistas suelen crucificar a los sindicatos por razones ideológicas. Suelen acusarles, junto a la CEOE, de apropiarse de los fondos de formación para asegurar su existencia. En estas lineas he recordado alguna vez que si el Gobierno y las comunidades autónomas decidiesen suprimir todas las subvenciones desaparecerían una buena parte de las empresas, medios de comunicación, organizaciones sociales y religiosas, además de millones de familias.
Las grandes centrales cometen muchos errores, como otras muchas organizaciones e instituciones de la vida española. Incluidos los medios de comunicación. Sin embargo, es necesario reconocer que algunas veces tienen razón en sus análisis económicos.
Por ejemplo, cuando al principio de la crisis llamaron la atención sobre el desequilibrio de la balanza por cuenta corriente y el endeudamiento exterior de la economía española, o denunciaron la existencia de una burbuja inmobiliaria y la necesidad de cambiar de modelo productivo, desde el culto al ladrillo al desarrollo tecnológico e industrial.
Los sindicatos también han llamado la atención en numerosas ocasiones sobre la labor del Banco de España. CCOO y UGT han reprochado y reprochan al gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que se haya ocupado de pedir más el abaratamiento del despido; la rebaja de los salarios y el recorte de las pensiones que de vigilar el sector financiero.
El Banco de España tiene uno de los departamentos de estudios más prestigiosos del país, y una de las funciones de la institución es analizar permanentemente a la economía. Sus análisis influyen en numerosos observadores de la realidad española dentro y fuera de España.
Sin embargo, la función principal de la institución es la de vigilar al sector financiero español. Labor por la que hasta ahora el Banco de España tenía fama de exigente y, por ello, de guardián de la solvencia de los bancos y las cajas de ahorros. Esta es la razón principal de que, tanto el Gobierno socialista como el de Mariano Rajoy, hayan defendido, hasta ahora, al sistema financiero español como uno de los más solventes de Europa. Sin embargo, los hechos han demostrado que eso no es verdad; el Banco de España ha fallado en su labor y la UE no se fía de su supervisión. La crisis de bancos y cajas por el desastre inmobiliario le ha estallado al gobernador debajo de la poltrona, y ahora tenemos una reforma laboral que no funciona por el problema financiero.
EXPANSION

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