No pasa ningún día sin que algún nuevo comunicado de importantes organismos internacionales nos sorprenda hablando de las pésimas perspectivas de nuestra economía; así, recientemente ha sido el Fondo Monetario Internacional el que ha hablado de la posible evolución del PIB y demás “sospechosos habituales” en los dos próximos años. Como viene sucediendo siempre, su comentario ha generado el revuelo de costumbre, la disputa de cifras habitual, y las polémicas de signo político ya clásicas.Me parece oportuno hacer alguna pequeña y espero que sencilla aclaración al respecto, por si a alguien le interesa. El tema, como es lógico, se enmarca en la necesaria corriente de ajuste de gasto e ingresos públicos que las economías desequilibradas e inmersas en la crisis, como la nuestra, deben acometer si desean seguir calificadas para recibir ayudas y fondos internacionales.
Bien, pues en la línea de planteamiento ortodoxo de salida de la crisis entre cuyos partidarios me incluyo, el FMI ha estimado la situación actual y previsible de los principales países o bloques económicos del mundo, comparándolas con la anterior, y ha explicado públicamente su opinión. Como he dicho otras veces, este tipo de predicciones basadas en modelos econométricos más o menos fiables encierran siempre un margen de error, y no hay que tomarlas al pie de la letra, porque no es una ciencia exacta, sino una estimación muy elaborada; ahora bien, cuando se revisan las series, como suele hacer trimestralmente el FMI, aplicando el mismo método en todos los casos, el ejercicio incorpora el valor incalculable de mostrar la tendencia de los datos. En esta ocasión, el FMI ha dicho cosas tan claras como, por ejemplo, las siguientes:
-El capítulo dedicado a Europa lleva el sugerente título “crisis, recesión y contagio”, que explica por sí mismo la situación.
- El último trimestre del año pasado, la actividad europea cayó más de lo esperado, por la percepción que del riesgo europeo tiene el resto de mundo, la menor competitividad, y el alcance de la crisis de confianza sobre la deuda pública de los países periféricos e Italia.
- El PIB real de la zona euro disminuirá durante el primer semestre de este año pero empezará a recuperarse desde entonces, exceptuando España, Italia, Grecia y Portugal, donde la recuperación se retrasará hasta 2013.
- Las dudas sobre la solvencia del sistema bancario europeo, por la cantidad de deuda pública que han adquirido las entidades durante la crisis, complica la circulación de financiación hacia la economía real (“shock” de oferta crediticia, en palabras del FMI), y retrasa la recuperación.
- Grecia, Irlanda y Portugal siguen en el corazón de la tormenta. El empeoramiento de la situación a finales de año afectó especialmente a Italia, y algo menos a España, aunque nuestra actividad disminuyó apreciablemente.
- Las previsiones básicas del FMI mantienen la hipótesis de que los políticos (europeos) aciertan en su lucha por contener la crisis de confianza sobre la deuda pública, tanto por su gestión cotidiana, como por las medidas que van implantando en cada país. Se espera que las rentabilidades recuperen la normalidad por las mejoras introducidas en las políticas nacionales, aunque el saneamiento fiscal puede retrasar algo la recuperación.
- En estas circunstancias, el PIB de la zona euro caerá a un ritmo anualizado del 0,5% la primera mitad de este año, para empezar la recuperación desde ese punto; así pues, la actual fase de recesión será breve porque la confianza ha mejorado, y la recuperación de otros bloques económicos ayudará a las exportaciones
- Ahora bien, Grecia y Portugal, donde las medidas de saneamiento que se están tomando bajo la supervisión conjunta de la Unión Europea y del FMI siguen su proceso; y España e Italia, donde la rentabilidad de su deuda soberana sigue siendo excesiva a pesar de las medidas correctoras que han tomado ambos países, la recesión se agravará este año y la recuperación no empezará hasta 2013.
- En concreto, el FMI estima que la economía española caerá un 1,9% este año, y un 0,3% el próximo; son peores cifras que las estimadas el trimestre pasado.
- La consecuencia económica de este escenario es que, si ocurre, el programa de reducción del gasto público unido al aumento de los ingresos (es decir, saneamiento e impuestos) debe ser aún más exigente de lo inicialmente previsto: si para cumplir el objetivo de convergencia autoimpuesto, el déficit público debía reducirse un total de 88.000 M € entre 2012 y 2013, en el horizonte previsto por el FMI harán falta otros 7.000 M € más de ajuste.
Por último, una reflexión subjetiva, pero basada en la realidad que he observado durante muchos años siguiendo estos datos: los organismos públicos internacionales suelen ser los últimos en dar las malas noticias, es decir, suelen quedarse cortos cuando se trata de malas noticias; difícilmente se puede ser optimista en estas circunstancias
Tomás García Montes
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