Esta semana se han publicado los resultados del último barómetro del CIS correspondiente al mes de abril. Este estudio, que mide las opiniones de los ciudadanos respecto a la actividad política, imagen de los políticos y otras cuestiones de actualidad todos los meses, ha medido la opinión de los españoles respecto a la huelga general del pasado 29 de marzo. Y los números vuelven a corroborar que fue un fracaso.
Para el 51% de los entrevistados la huelga general fue más bien un fracaso, mientras que el 21,4% considera que fue más bien un éxito. De ellos, el 57,1% ha declarado haber ido a trabajar ese día, alegando que no están de acuerdo con la huelga (22%), que no quieren perder dinero de su sueldo (15,2%) o que las huelgas no sirven para nada (20,2 %).
Una idea que se extiende al resto de los encuestados ya que el 82,9% cree que es poco a nada probable que la huelga sirva para algo.
Números que no son alentadores para CCOO y UGT si los añadimos a los datos publicados hace dos semanas en los que se declaraba que el 47,6% de los españoles tienen una mala imagen de los sindicatos de clase y un 56,3% está de acuerdo con retirar las subvenciones a la Patronal y a CCOO y UGT. Una muestra más de la crisis de representación y confianza que viven los sindicatos de clase desde hace unos años en nuestro país.
Desde FASGA ya explicamos en su día las razones por las que estábamos en contra de la huelga general y consideramos que España no está para soportar los costes económicos y de imagen que supone una huelga. Sin embargo, desde los sindicatos de clase parecen hacer caso omiso de la opinión de los ciudadanos y las encuestas, ya que no descartan nuevas movilizaciones para antes de verano, incluso otra huelga general a finales de junio o de septiembre.
En FASGA vamos a seguir con nuestras líneas de actuación, apoyando a los trabajadores, ayudándoles a mantener sus puestos de trabajo y negociando para defender sus derechos. Mientras, los sindicatos de clase seguirán con lo de siempre: pensando en la próxima huelga y en el diseño de sus pancartas, una estrategia egoísta que no ayuda en nada a salir de la crisis.
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