El Derecho Administrativo español se queda huérfano ante la noticia del fallecimiento del Maestro de maestros. Eduardo García de Enterría ha marcado la generación de juristas y académicos de la democracia. No exagero diciendo que una amplia legión de jueces, abogados, profesores y funcionarios son deudores de una manera de concebir el Derecho Administrativo, como instrumento de precisión relojera para la eficacia, pero por el camino de la legalidad y la justicia.
No soy quién para glosar sus méritos académicos, investigadores o profesionales, aunque al término de este post plasmaré los artículos “in memoriam”. Me limitaré a subrayar tres aspectos.
El primero, el dogmático, en cuanto supo construir el Derecho Administrativo Español y ofrecer un modelo completo y coherente a los alumnos universitarios y funcionarios de fines del siglo XX. Para ello se apoyó en dos columnas. La columna del Derecho Constitucional, que tras el año 1978 era un ” modelo para armar” y supo resolverlo con un armónico elenco de principios ( jerarquía, prevalencia, supremacía, delegaciones y desdegalizaciones, etc). Y la columna del Derecho administrativo alemán, que con sus abstracciones ( personas, órganos, potestades y prerrogativas ) facilitó la elaboración del traje que el Derecho Administrativo Español ha llevado durante las últimas tres décadas.
Particularmente me quedo con su admirable ” La lucha contra las inmunidades del poder en Derecho administrativo” ( publicado en los años sesenta en la Revista de Administración Pública y en 1983 en Editorial Civitas) que nos permite pasear por la Revolución francesa para comprender el principio de legalidad, el control de los reglamentos así como la discrecionalidad y los conceptos jurídicos indeterminados. El libro de cabecera de todo juez y abogado con vocación.
El erudito sabe mucho pero el Maestro además de saber, debe ser capaz de transmitirlo y tener discípulos. Como Don Eduardo. Sembró método, ciencia y estilo. Tres en uno. Cargos académicos: muchos y con mano izquierda. Investigaciones: novedosas y certeras. Premios y distinciones: numerosas y merecidas. Respeto: el de colegas y rivales; dentro y fuera de las fronteras; de teóricos y prácticos…
El segundo, el humanístico, en cuanto el profesor Enterría como un Leonardo Da Vinci contemporáneo, fue académico de la lengua, sabio ensayista de lo metajurídico, fino historiador, y maestro de maestros, cabeza prominente de la denominada Escuela de Madrid.
Y el tercero, el de caballero, pues modestamente me siento orgullosísimo de su atenta respuesta a cierto post anterior.
Vayan aquí mis salvas de disparos de admiración y gratitud hacia ese cielo donde la llegada del profesor Enterría será recibida con alborozo. Los que saboreamos sus palabras y cosechamos sus enseñanzas en vida, solo podemos sentir amargura.
Gracias, Maestro…
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