La semana pasada conocimos los datos de empleo que publica el INE. Y como primer titular podemos decir que suponen un pequeño paso en el buen camino. Pequeño, casi insignificante en su cuantía, porque el paro sigue rozando los seis millones de desempleados y no cabe autosatisfacción alguna, pero avance al fin y al cabo. El tercer trimestre no suele ser bueno para el empleo y en esta ocasión la ocupación se ha incrementado en 39.500 personas, lo que, sin duda, es una buena noticia. Si desglosamos este dato nos encontramos que por vez primera desde 2007 el sector privado crea empleo, 52.000 nuevos ocupados, mientras que el empleo público ha destruido en el trimestre 12.600 empleos. En datos interanuales, el sector privado pierde todavía 336.000 empleos mientras que el público lo hace en 161.100 empleos.
Desde que comenzó la crisis, el sector privado ha destruido 2,93 millones de empleos mientras que el sector público ha destruido unos 90.000 puestos de trabajo, aunque bien es cierto que con dinámicas muy distintas. Mientras que el empleo privado se ha destruido de manera intensa desde principios de la crisis, el empleo público ha tenido dos fases bien diferenciadas. Desde 2007 hasta 2011, cuando toca máximos, el número de empleados públicos creció en 307.600 personas, mientras que desde entonces hasta la actualidad se han destruido 390.000 empleos públicos, básicamente en las administraciones, puesto que apenas bajan en las empresas públicas.
La mayoría de los analistas, tanto nacionales como internacionales, coinciden en que hemos dejado atrás la recesión técnica – puesto que el crecimiento del PIB ya es positivo y lo será en el próximo año – pero que todavía nos queda crisis por delante, puesto que el bajo crecimiento impedirá la creación de nuevo empleo. En todo caso, mejor crecer poco que seguir cayendo como hasta ahora ocurría. Es posible que, salvo imprevistos en Europa o EEUU, el crecimiento para 2014 sea superior al exiguo 0,7% que contempla el gobierno en sus previsiones anuales. Si este crecimiento supera el 1% es posible que el próximo año se salde con un ligerísimo incremento del empleo, que será todavía insuficiente para disminuir de manera sensible la enorme bolsa de desempleo. Este nuevo empleo será privado, dado que la tendencia del empleo público aún será descendente. Y dentro de sector privado parece que son los servicios y las actividades asociadas a la exportación las que tendrán un mejor comportamiento.
Después del fiasco de los brotes verdes de 2009 y de tantos anuncios frustrados de recuperación durante estos últimos años, parecen justificados los recelos y desconfianzas que suscitan estas nuevas previsiones de crecimiento, aunque, en esta ocasión, parece que están fundadas en la realidad. En todo caso, aún persisten muchos de los problemas y riesgos que nos han lastrado hasta ahora. Unos altos déficits públicos, una deuda – pública y privada – en máximos históricos, un elevadísimo desempleo y la pérdida de renta familiar impedirán el relanzamiento del consumo interno. Por otra parte, aún subsisten riesgos en la zona euro que podrían arrastrarnos y la economía americana aún no está vacunada contra un nuevo susto. Por tanto, nuestra lenta recuperación se producirá en un entorno inseguro, por lo que se debe redoblar la prudencia y no lanzar las campanas al vuelo.
La parte positiva, sin duda alguna, la ofrece el sector exportador. En estos momentos, la economía española dispone de un poderoso ejército conformado por los cientos de miles de empresas que se afanan en buscar mercados más allá de nuestras fronteras. Sin duda alguna ese esfuerzo será progresivamente recompensado, y veremos como nuestro saldo exterior sigue mejorando. Probablemente, pronto veremos creación neta de empleo asociada a esta creciente actividad exportadora.
En resumen, es posible que estemos en el punto de inflexión del ciclo económico, y que a partir de ahora comience una senda de crecimiento – muy débil al principio y no exenta de riesgos – basada en el esfuerzo exportador de las empresas y en nuestro atractivo turístico.Sólo cuando esta actividad redunde en la mejora de las cuentas públicas, la administración podrá volver a invertir y gastar, lo cual significaría el inicio del círculo virtuoso. Eso, todavía, está lejos. Conformémonos, por ahora, con finalizar este perverso ciclo vicioso que nos ha empobrecido y aplastado. Y, para terminar, una apuesta. ¿Cómo estaremos dentro de un año? Yo creo que algo mejor que ahora. Y usted, ¿qué piensa?
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