Pocos lugares de discrepancias más activos entre la ciudadanía que los representados por la energía y sus aledaños. Hace poco señalaba en este Blog la importancia que puede tener para el ejercicio de las competencias municipales y autonómicas el despliegue que supone la red de infraestructuras energéticas previsto por las autoridades europeas hasta el año 2020 pero que evidentemente tendrá continuidad más allá de esa fecha. De momento, para España ya se han aprobado varios proyectos que llevan el aval de la Comisión pero los más esperanzados confiamos en que la empresa privada se anime y lleguen otros a ser evaluados positivamente. Es capital que España -y nuestros vecinos los portugueses- dejemos de ser una isla energética.
Prueba del interés, y aun de la pasión, que estos asuntos suscitan es la ola de referendos que se están produciendo en Alemania sobre el carácter privado o público de las redes de energía y del suministro. Las autoridades competentes han decidido sacar el debate del cenáculo de los órganos políticos representativos y lo han trasladado a la ciudadanía. El último de estos referendos ha tenido lugar en Berlín.
Muchas ciudades alemanas han fundado empresas públicas en este sector o han comprado las redes de energía. Desde 2007 se cuentan 87 nuevas empresas municipales y han sido revertidas al ámbito público más de 200 concesiones. En Hamburgo la ciudadanía optó por la opción pública en un referendo celebrado paralelamente a las últimas elecciones generales. Después viene obligadamente la participación de la empresa pública en el procedimiento de adjudicación del concurso y aquí el sector privado está anunciando todos los males imaginables para quienes deserten de sus cuidados.
En Berlín, el vecindario se ha pronunciado en contra de la publificación pero el gobierno delLand -de gran coalición entre los socialdemócratas y los cristianodemócratas- maneja otras fórmulas para hacerse con parte del control del sector. Naturalmente la compañía Vattenfall, sueca, ya ha advertido a los ciudadanos que cuenten con cortes de luz y otras desgracias si siguen adelante los planes de la coalición.
Característica de estas consultas populares, que se han celebrado también en otros lugares como Speyer o Halle, es que muestran, de un lado, que la ciudadanía se halla dividida por mitad a la hora de pronunciarse sobre este crucial asunto de las redes y del suministro energético -diríamos que partida “por gala en dos”, como en el poema de Zorrilla-; y, de otro, un descontento -de alguna forma inesperado- de un abultado número de ciudadanos con la gestión privada.
Como se comprenderá el debate viene de la noche de los tiempos y se proyectará a los días y años venideros. Ignoro a qué acuerdo se ha podido llegar en las actuales negociaciones entre socialistas y democristianos para formar la gran coalición porque la prensa no da muchas pistas de momento. Es probable que no haya pacto alguno pues aquí estamos hablando de políticas municipales que, aunque siempre gestionadas por los mismos partidos, van un poco a su aire en función de circunstancias específicas de cada ambiente o región. Y es bueno que así sea.
Donde sí se habrán producido acuerdos será en relación con las más de cien empresas en las que el Bund, o sea la Federación (lo que nosotros llamaríamos el Estado) participa, en ámbitos como Telekom, Correos o el ferrocarril. Que no son, por cierto, bagatelas. Añado que el Gobierno todavía en funciones, que lleva en su seno a los liberales partidarios del libre mercado, decidió una participación multimillonaria en la mayor corporación industrial europea de la aviación (EADS). Para desesperación de los defensores de las esencias puras.
¿Olvidaremos que la sabia combinación entre lo público y lo privado ha sido probablemente la causa del bienestar de parte de Europa durante medio siglo?
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