martes, 10 de diciembre de 2013

La ciega estupidez ante la ciega justicia

Generalmente quien se embarca en litigios civiles, laborales o administrativos, lo hace porque quiere obtener lo que cree que es suyo frente a alguien ( una persona, el patrono o la Administración) que se lo niega ( una propiedad, una indemnización, un reconocimiento, etc) y espera que los Tribunales le den la razón. Muy legítimo luchar por “la fuerza del Derecho” y muy civilizado evitar que se imponga el Derecho “a la fuerza”.
Sin embargo, a veces hay litigios que demuestran como se abusa de los Tribunales y como la malicia, la ignorancia o la torpeza provocan pleito y papeleo inútil. Veamos los casos.
En unos casos, responden a la figura del querulante que ya comenté en un post anterior, que antes de convertirse en una pandemia ha sido frenada levemente por las disuasorias tasas judiciales. O a la maliciosa conducta de los implicados para utilizar el pleito como venganza, como expuse en otrorecentísimo post.
En otros, se tratan de casos que responden a la distorsión de la perspectiva del demandante, quien de buena fe, se obceca en reclamar su derecho, y que da lugar a casos realmente extravagantes como los que expuse en materia contencioso-administrativa en otro post.
Y por último, me ocuparé ahora de los litigios debidos a la simple y vacía estupidez.
Viene al caso porque me he tropezado en una “librería de viejo” en “el húmedo” de León, un curioso ejemplar del periodista húngaro Paul Tabori (1908-1974), , titulado “ Historia de la estupidez humana”(Ediciones siglo XX, Buenos Aires, 1966), y que incluye una deliciosa historia sobre la estupidez de pleitear:
« Nada refleja la estupidez humana tan cabal y perfectamente como la manía de pleitear. Los hombres y las mujeres que pleitean incansablemente, sin la menor esperanza de éxito, a menudo sin razones de carácter material que lo justifiquen, años y años absortos en una disputa de menor cuantía, son gente que a menudo está al borde de la locura. Pero en muchos casos adoptan esa actitud absurda y suicida por simple estupidez.
En 1890 murió en la antigua ciudad de Szekesfehervar un abogado húngaro llamado Juan Farkas. Adquirió fama en el papel de defensor de muchos asaltantes de caminos. Se especializó en la defensa de bandidos, y amasó una fortuna considerable gracias a su concentración en esta esfera del derecho. Era soltero, pero tenía muchos parientes. Cuando se leyó el testamento, se comprobó que dejaba una propiedad de tres mil acres, dinero y otras posesiones a aquel de sus parientes que en el plazo de diez años fuera capaz de dar la más exacta respuesta a las siguientes preguntas: 1) ¿Qué es eterno e infinito sobre la tierra? 2) ¿Por qué la gente necesita dinero? 3) ¿Por qué la gente pleitea?Hasta que se obtuvieran respuestas satisfactorias, debía dividírsela renta de las propiedades entre distintas instituciones caritativas. Al cabo de una semana se presentaron alrededor de quinientos litigantes, divididos en dos grupos principales.
Uno de ellos aceptó las condiciones, y pacientemente comenzó a formular respuestas a las preguntas.
El otro impugnó el extraño testamento y trató de demostrar que en el momento de redactar el documento Farkas era insano.
Al cabo de diez años, los tribunales resolvieron que el testamento era válido. El número de litigantes se había reducido a veintidós, pero ningún juez alcanzaba a decidir cuáles eran las respuestas más correctas. (Uno de ellos escribió un libro de 150 páginas con el propósito de resolver los problemas suscitados.) El fantástico pleito duró más de cincuenta años. Uno de los abogados sugirió un compromiso. La propiedad había aumentado considerablemente de valor; ahora valía más de 200.000 libras, y propuso dividirla en partes iguales entre los herederos. Estos rechazaron de plano. En el curso de los cincuenta años más de sesenta personas habían sido sentenciadas por asalto y agresión ,por redacción de libelos obscenos y por otros diversos delitos menores, cometidos dentro y fuera del recinto del tribunal, en ocasión con motivos de mutuos ataques de los antagonistas.
El último juez que examinó el caso suministró la respuesta correcta a las tres preguntas.
¿ Qué es eterno e infinito? Este pleito.
¿Para qué necesita dinero la gente? Para continuar el pleito. ¿Por qué la gente pleitea? Porque necesita dinero.
La tremenda inflación de 1945-46 liquidó la propiedad Farkas, y de ese modo acabó también con la manía litigiosa de sus herederos.”
En fin, la historia habla por si misma. Y si alguien desea aprovechar para disponer gratuitamente de la obra,Historia de la Estupidez, que dedica un capítulo a “ La estupidez de la justicia” pues aquí os la regalo, gracias a Ediciones elaleph.com, 

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