El Eurobarómetro recién publicado por la Unión Europea muestra, entre otros datos estremecedores, que el 64% de los españoles no confían en la Justicia, el 90 % preferirían una solución extrajudicial del conflicto, y por supuesto mayoritariamente el 78% la consideran lenta y muy costosa el 65%.
En la misma línea crítica, también fue noticia que los Decanos de los partidos judiciales de Madrid consideran que la amortización de plazas judiciales de funcionarios y forenses hunde la justicia madrileña.
Y por si fuera poco, también ha sido noticia que el órgano de gobierno de los jueces, el Consejo General del Poder Judicial, también ha sido objeto de negociación política por los partidos que le dan el trabajo hecho al parlamento.
Pues bien, aunque la dama de la justicia está zarandeada por la crisis económica y sus secuelas (precariedad de medios, tasas judiciales desproporcionadas, renuncia a litigar por derrota de ilusiones,etc) y aunque el sistema es manifiestamente mejorable (en lo procesal – procedimientos mas simples y rápidos; en lo personal- más jueces y más capacitados; y en lo orgánico- mas gobierno de los jueces por los propios jueces), debe desterrarse ese pesimismo mediático machacón y no caer en la tentación ni de juzgar al todo por la parte ( caso Urdangarín u otros sonados por la perplejidad ciudadana) ni elevar la anécdota a categoría ( la austeridad no significa la inanición).
Si se sigue hablando del hundimiento de la justicia posiblemente sucederá que la funesta profecía acaba convirtiéndose en realidad como demostró el famoso sociólogo Merton con su teoría de la profecía autocumplida inspirada en el rumor de la debilidad de la economía en vísperas de la depresión americana del 29 y que contribuyó a su realización.
Y entonces no sufrirá la abstracta idea de la Justicia sino sufriremos todos porque la falta de confianza en el sistema judicial supone inseguridad, temor, pérdida de libertad y legitimar el tomarse la justicia por su propia mano. Escenario peligrosísimo que haría revolverse en la tumba al mismísimo Darwin y posiblemente convencerse de su error, pues quizás demostraría que el hombre no viene del mono sino que va hacia el primate.
En fin, para relajar el tono pero mostrarnos el problema de las visiones negativas y profecías catastrofistas, recomiendo este brevísimo cuento de Gabriel García Márquez con el sabor de la parábola precisa y breve.
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