miércoles, 2 de febrero de 2011

Rajoy y un dentista indio en bicicleta

Se abre el telón y aparece el trío de las Azores compareciendo ante los periodistas. George Bush toma la palabra: “Hemos decidido invadir ilegalmente Irak basándonos en una falacia sobre armas de destrucción masiva que ellos no tienen, pero nosotros sí. Provocaremos la muerte de más de un millón de personas, pero nuestras compañías y las de nuestros colegas sacarán una suculenta tajada. ¡Ah! Además, mataremos a un dentista indio en bicicleta”. Un periodista, raudo, replica: “¿Por qué matar a un dentista indio en bicicleta?”. Entonces, José María Aznar tira de la pernera a Bush y, orgulloso, le susurra al oído: “¿Lo ves, George, como nadie iba a percatarse del resto?”.
Mariano Rajoy parece haberse inspirado en este chiste para presentar en sociedad la receta de la abuela con la que piensa “arreglar la economía en dos años”. Al menos así lo anuncia la fanfarria de El Mundo que, durante tres días, le ha prestado todos los instrumentos de la orquesta al líder del Partido Popular.
El problema es que hasta el director de la banda se ha dado cuenta de que Rajoy ha pasado del silencio a tararear sólo la musiquilla. Y es que, en dos días de función, los editorialistas de El Mundo han sido incapaces de señalar nada concreto: “Como decíamos ayer, el estribillo de Rajoy suena bien, aunque le faltan algunos detalles a la letra. Las medidas que plantea para devolver el impulso político al país van en la buena dirección, aunque algunas son inconcretas, tal vez por temor a ofrecer aristas polémicas que le lleven a perder votos”.
En realidad, el estribillo suena fatal, por mucho que Rajoy haya señalado a un “dentista indio en bicicleta” con el que despistar de la aberración económica que nos ofrece. Y es que el líder del PP, justo al final de su primera entrevista, volvió a sacarse de la manga su polémica idea de que los inmigrantes “deben firmar un contrato en el que asuman una serie de compromisos”.
Entre esos compromisos estarían “cumplir las leyes” (por lo visto, los inmigrantes hasta ahora tenían inmunidad penal) y aceptar a unas normas que “responden a una historia, a unos valores y a unos principios”. Y mientras Rajoy nos intenta entretener con discusiones sobre si los marroquíes deberían ir a los toros o leer el Marca , sus ideas económicas pasan desapercibidas.
Por ejemplo: “Hay que reducir a la mínima expresión las subvenciones nominativas”. Una frase técnica que esconde un gran recorte de fondos para un sinfín de entidades: Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, ONG’s, universidades, escuelas taller para discapacitados… Desde luego, Rajoy puede tomar ejemplo de Esperanza Aguirre, que debe cientos de millones a la Complutense y cuyos empleados no tienen las subidas de salario pactadas por medidas como esta. ¿O quizás se refería a eliminar la subvención de 6.000 millones anuales a la Iglesia? Lo dudo.
Pero es que Rajoy tiene tijera para rato, aunque todavía no aclare mucho dónde va a usarla: “En España (…) hay casi 4.000 empresas públicas y entes públicos. Fíjese si ahí hay margen”.
Parece que su primer objetivo concreto ("No tengo la menor duda") es la privatización de las televisiones autonómicas. Esto es algo que Esperanza Aguirre pide cada vez que alguien le pregunta la hora y que, desde hace poco, también exige María Dolores de Cospedal. Quizás esta albaceteña nacida en Madrid (¿o era al revés?) se ve como presidenta de Castilla-La Mancha y tiene pensado ya a alguien a quien obsequiar con la televisión regional.
Éste, el de las televisiones públicas, es un tema con muchas sombras. No estaría mal que, esta noche, en la entrevista televisiva con Pedro J. Ramírez (esa traca final con la que terminar la turné de Rajoy por Unedisa) el director de El Mundo le preguntase al respecto. Aunque seguro que algo ya han hablado…
Marcos Paradinas es redactor jefe de El Plural

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