Me refiero, por supuesto, a los primeros 15.000 M. € que hay que arrojar al fuego sagrado de la reducción del déficit público, y que constituyen el importe estimado por el nuevo Gobierno como resultado de las medidas de ahorro de gasto público (6.300 M €), y de aumento de los ingresos (8.900 M €). Y digo que son los primeros, porque inevitablemente deberán llegar más si queremos que el resto del mundo siga pagando las deudas que hemos acumulado durante los años de “alegría y fiesta” que hemos vivido.Hace unos días comenté que, para cumplir el plan de convergencia que el propio Tesoro Público había anunciado a los analistas internacionales, las cuentas del Estado deberían concluir 2011 con un déficit equivalente al 6% del P.I.B., este año el 4,4%, y el próximo, 3%; también apunté, como muchos otros interesados en el tema, que iba a ser muy difícil cumplir el primer hito del plan, porque todo apuntaba a que 2011 terminaría peor de lo previsto, por dos razones evidentes: el denominador, P.I.B., iba mal y no alcanzaría el saldo necesario para que se cumpliera la ecuación, y el numerador, saldo de las cuentas públicas, estaba retenido en vista de las elecciones, por lo que el último trimestre del año contemplaría un aumento considerable de las partidas de gasto. En este sentido, todo apuntaba a que las cuentas de la Seguridad Social se darían la vuelta en el último trimestre, pasando del ligero superávit del tercer trimestre anunciado en Noviembre, a un déficit elevado, solamente con que los tres últimos meses del año fuesen tan malos, no peores, que en 2010; y era la única rúbrica de la cuentas públicas para la que se esperaba saldo positivo.
Pues bien, como tantas veces sucede en la empresa y en los negocios, todo lo que podía ir mal, ha ido mal, y nos encontramos en el punto que todos sospechábamos, y los “desalmados” analistas internacionales intuían: muy alejados de donde les dijimos que íbamos a estar. Sinceramente, llegados a este punto, me parece un poco infantil la polémica sobre si un ministro ha dicho que terminaremos en el 8% de déficit, otro que un poco por encima, y un tercero que en el 8,2%; más allá de los problemas de imagen y coordinación que se puedan derivar de los comentarios, y que se enmarcan en el terreno político, lo cierto es que la realidad termina imponiéndose, y como nos alejamos de la ruta marcada, hemos de corregir el rumbo cuanto antes, porque de lo contrario, estamos condenados a la intervención, como otros países europeos.
Como en otras ocasiones, unos breves cálculos aritméticos pueden centrar el tema. Debíamos terminar 2011 con un déficit conjunto de las administraciones de unos 60.000 M €; puede que lo hagamos en 81.000 M € (para no tomar partido por ninguno de los tres ministros opinantes); dando por hecho que la economía crezca este año, supuesto que hoy por hoy tiene mucho de voluntarista, deberíamos terminar 2012 con un saldo público de unos -44.000 M €. Es decir, para cumplir el plan de convergencia este año deberían subir los ingresos y/o bajar los gastos públicos (dependiendo de la combinación que estime conveniente el Gobierno) unos 16.000 M € antes de la desviación, 37.000 M € después de conocidos los datos. Si el paquete de medidas anunciado hace unos días supondrá unos 15.000 M €, nos falta por encajar en los próximos meses primero la noticia, y después el pago, como poco de otros dos paquetes y medio semejantes.
Sin duda, para corregir el rumbo de la nave España, veremos, inevitablemente, más medidas impopulares, desagradables, duras… porque no hay más remedio; y, si sirve de algo mi opinión, cuanto antes se tomen, mejor, porque antes podremos salir de la crisis en que estamos sumidos. Solo espero que después de este tratamiento de choque aplicado, según comentan sus autores, ante la gravedad del enfermo, se opte por atacar las partidas de gasto público innecesario tanto del Gobierno central, como de las autonomías y corporaciones locales, con intensidad y voluntad real, porque de lo contrario, si continua la presión sobre los ingresos, difícilmente se reanimará la economía, y puede que deba transcurrir mucho tiempo antes de que el PIB reanude su olvidada marcha positiva.
Cuando desde el exterior se aprecia el esfuerzo real por enmendar los errores antiguos, y que no actuamos como los griegos, que llevan dos años diciendo que van a hacer lo que casi todos sabemos que no quieren hacer, en cuanto algún dato económico muestre signos de recuperación, las expectativas de los agentes cambiarán, definiendo un horizonte distinto. Si se me permite un ejemplo de la vida real, sería tanto como que un enfermo aquejado de una grave enfermedad pulmonar decidiera dejar de fumar: por sí sólo, eso no le cura, pero deja de echar más leña al fuego, de manera que un tratamiento correcto pueda salvarle; por el contrario, si persiste en el hábito de seguir fumando, sólo un milagro podría salvarle.
Tomás García Montes
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