Ha pasado un mes desde mi anterior comentario sobre los informes del FMI, y las circunstancias de la economía no han hecho mas que empeorar desde entonces, tanto en el mundo en general, como en España en particular: inestabilidad política en Grecia, dudas sobre la capacidad europea para resolver la crisis de la deuda pública y presión contra el euro, por citar sólo tres factores destacados; por lo que respecta a España, no creo necesario ahondar en detalles, porque los riesgos son de sobra conocidos.
El pasado 30 de Mayo, el FMI publicó un informe sobre la capacidad de nuestro sistema financiero para superar la crisis ante diferentes escenarios macroeconómicos que rápidamente llegó a la prensa como casi siempre, o sea, entendido a medias. No cabe decir que ese informe sea el causante de la actual crisis de confianza, pero sí es cierto que algunos de los comentarios, sacados de contexto, han añadido más leña al fuego.
Me gustaría destacar que ese trabajo, penúltimo del Fondo hablando de España, es una estimación de la posible evolución de las principales variables del negocio bancario de una muestra muy extensa de nuestro sistema financiero ante posibles escenarios; se denomina escenario al conjunto de suposiciones sobre el valor que tendrán algunas magnitudes determinantes de la actividad bancaria, que producen resultados diferentes en términos de balance, cuenta de resultados, liquidez, etc. de las entidades de la muestra. Generalmente, las variables se agrupan en tres conjuntos: el denominado escenario base, o si se prefiere, el más probable; un escenario adverso, que suele llamarse negativo; y otro más adverso todavía. La intención de estas hipótesis es estimar si el sistema bancario podría superar semejantes dificultades, y en qué condiciones.
Algunos de los titulares de la prensa se han centrado exclusivamente en las necesidades de capitalización del sector ante las circunstancias más adversas imaginables, cuantificadas en los tristemente famosos 40.000 a 90.000 M € necesarios para recapitalizar el sector, olvidando algunos comentarios positivos, como que muy probablemente, una parte considerable del sistema puede resistir la crisis por sus propios medios; que las recientes medidas para reforzar el sistema con más provisiones son adecuadas; que el sector encajó mejor que otros países las primeras oleadas de la crisis por su “robusta colchón de capital y provisiones”; etc.
Pero en todo caso, lo que a mí me ha preocupado más es el cuadro de previsiones que el Fondo maneja para los próximos años, incluso en el escenario base, porque su lectura completa es deprimente:
- El consumo privado caerá este año (-0,9%) más de lo que cayó el pasado (-0,1%) y apenas crecerá un 0,6% el próximo.
- El consumo público debería disminuir este año bastante más que el año pasado (-7,6% frente a -2,2%) y seguir reduciéndose el año que viene (-2.4%) para cumplir el compromiso de estabilidad.
- La inversión seguirá en su tendencia descendente (-7,5%) y no se recuperará tampoco el próximo año (-1,0%); de ese modo, se completará un ciclo de siete años de caída.
- Con todos esos componentes, el PIB disminuirá un 1,8% y apenas crecerá en 2013.
- El nivel de desempleo se mantendrá alto: 24,2% y 23,9% el año que viene.
- Sólo hay buenas expectativas en el terreno de saldo exterior, que mantendrá su aportación positiva al crecimiento como viene sucediendo ya desde 2008: las exportaciones crecerán un 2,1% y un 4,1%, respectivamente; en paralelo, las importaciones seguirán disminuyendo o casi planas. En conjunto, ambas variables demuestran una de las posibles salidas a la crisis que están buscando las empresas españolas: si no hay ventas en el mercado nacional, salen a buscarlas al extranjero.
Como puede apreciarse, no es un cuadro esperanzador. Los organismos públicos suelen ser bastante prudentes cuando hacen predicciones, y mucho más si éstas son malas, es decir, que como agoreros tienden a quedarse cortos, así es que la realidad puede ser aún peor que la descrita. No es de extrañar por tanto que, según el FMI, algunos bancos puedan tener dificultades para cumplir la exigente normativa de saneamientos nacionales y las reglas internacionales; pero habría que decir también, que algo parecido le pasará a los autónomos, asalariados, funcionarios, empresarios, etc.: nuestro sistema económico tiene que acelerar el ajuste cuanto antes, si desea superar la crisis, aunque el proceso genere malestar y resistencia en la sociedad, porque debemos ingentes cantidades de dinero al resto del mundo, con los impuestos que anualmente recauda el Tesoro Público no hay suficiente para pagar los gastos del ejercicio, y hoy por hoy somos incapaces de convencer a los acreedores de nuestra seriedad y capacidad de pago.
Tomás García Montes
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