Se nos echa encima el verano y a medida que se acerca el mes de junio las diputaciones provinciales y por ende sus ilustrísimas, salvadores del pobre y que barruntan sol y playa, se quieren dejar la “faena” acabada (extiéndase ahora a comarcas y consejeros comarcales en Aragón) y acaban de pergeñar sus planes provinciales que son de lo más variopinto.
Empiezan a sacar planes, planecillos, programas, programillas, circuitos culturales, circuitillos, relativos a la cultura, a la cosa agraria, al empleo, las agendas veintiuno, de desarrollo de no se qué etc. Por supuesto cada uno con sus propias normas, con plazos normalmente entre diez y treinta días, eso sí, unos naturales y otros hábiles. Y el funcionario del pueblo, deprisa y corriendo tendrá que preparar a toda velocidad documentación, memorias, cálculos raros y certificaciones redundantes, casi siempre cuando se iba a ir de vacaciones también. Qué interesante sería hacer un estudio sobre el uso y abuso del sistema subvencional y presuntamente clientelar de las diputaciones hacia los ayuntamientos… se podrían sacar sabrosas y obvias conclusiones que todos intuimos y que serían sorprendentes si se verbalizasen.
Es la endémica insuficiencia de medios local tantas veces glosada. Y resulta que en la reforma local se pretenden potenciar las decimonónicas y venerables diputaciones. No diré yo que no sean útiles si se empleasen bien. Pero tampoco se debería dejar de decir que quizás fuera adecuado establecer un sistema de organización y de procedimientos algo más racional: son manifiestamente mejorables. Por no hablar del sistema subvencional, verdadero tumor del país a todos los niveles. El Sr. Rajoy, que con la reforma local va a dar un nuevo impulso a las Diputaciones, debe añorar los inicios de su carrera política en la Diputación de Pontevedra.
Así pues, ante el verano el Secretario municipal tiene dos opciones: si es especialmente agobiado de carácter, se llevará un portátil de vacaciones para adelantar quizás un pliego de condiciones, alguna cosa de intervención o alguna ordenanza o reglamento municipal, cosas que se van dejando siempre para cuando se tenga un poco de tranquilidad, circunstancia que nunca llega. Y hará algunas cosillas municipales a ratos O Probablemente optará por no irse más allá de dos semanas seguidas para poder dar vuelta por la oficina. O bien -segunda opción- decidirá que es necesario desconectar y no hacer nada en verano: ya saldrá el sol a la vuelta. Lo que es un hecho, tanto en un caso como en otro es que cuando vuelva tendrá mucho papel encima de la mesa que nadie habrá hecho. Y siempre quedará esa extraña sensación –inherente en este trabajo- de que siempre hay cosas pendientes de que nunca está todo bien.
Se aprovechará –quizás- para leer o estudiar. Siempre he creído que el ejercicio profesional de un FHE lleva implícito el estudio y por lo tanto, una parte de la jornada debería poder dedicarse a ello, (aunque la palabra no es muy afortunada) a reciclarse. Más en esta época en la que la gastroenteritis normativa nos desborda a todos y el estudio de las diferentes disposiciones de todos los rangos a veces la hacemos con criterios selectivos de búsqueda de Word o de Google. Confieso que cuando se publican determinadas leyes o decretos en el BOE o BOA a veces intuyo que puede haber algo que afecte a los Ayuntamientos, así que ya soy un experto en las herramientas de búsqueda y buceo de Google o de Word y Acrobat: a ver si encuentra entradas por “ayuntam”, “alcald”, “municip”, “local”, etc. Sí, esa forma de investigar parece deplorable, es una barbaridad, lo reconozco, pero es lo que hay ante –por ejemplo- una Ley de Presupuestos que generalmente va mucho más allá y pervirtiendo su propia esencia regula cosas que no debiera. Si tenemos en cuenta que la Ley de Presupuestos de 2013, verbigracia, tiene 226 páginas de BOE, alguno me comprenderá. Lamentable técnica normativa. Encima de la mesa tengo una corrección de error de otra corrección de error de una Ley de Medias Fiscales etcétera de la Comunidad Autónoma. Por liarlo que no quede.
Y a propósito pues del papel que desempeñan las Diputaciones en estos tiempos (hay otros ejemplos) pongamos un breve ejemplo de cómo funcionan algunas cosas. El Gobierno de Aragón licita el sistema de contratación centralizada de energía eléctrica y lo ofrece a los Ayuntamientos que los que lo deseen se puedan adherir, hay que decir que sin demasiada publicidad. Al cabo de unos pocos meses viene la Diputación y ofrece un sistema de asesoramiento o consultoría para hacer un estudio a los Ayuntamientos que lo soliciten de la mejor forma de conseguir unos mejores precios en el suministro de energía eléctrica. A pesar de haber sugerido muchas veces que la Diputación, ya hace años, estableciese sistema de contratación centralizada de energía eléctrica, de teléfono y de suministros habituales para los 279 pequeños pueblos de la Provincia, parece ser que nunca fue posible. A mí me parece todo esto un poco caótico. El Ayuntamiento es como un pobrecillo que anda siempre buscando a alguien que le haga caso o ver dónde se arrima. Ya hace tiempo que las compañías eléctricas envían siempre sus facturas con acuse de recibo. Es curioso.
Mientras tanto se avecina la reforma local: el ogro del bosque, sin que aun sepamos aun cuál será su forma. Ya se sabe, esto de los Ayuntamientos para el siempre enojado Sr. Ministro es un desmadre. Siempre en bueno que haya chicos se dice por aquí (para echar la culpa a alguien claro) ; porque a las Comunidades Autónomas no se atreven a tocarlas. Ahora ya y rizando el rizo, déficit asimétrico. Resulta pues que los municipios son la madre de todos los despilfarros, por lo que es necesario acometer sin dilación una reforma, forzada por la precaria situación económica y la necesaria reducción del déficit. Se van a acabar eso de las competencias impropias y sin financiación que en épocas de burbuja se podían asumir y que ahora es imposible. Y cuando uno creía que una cosa importante era el control del gasto y que habría que potenciar a interventores y habilitados estatales, resulta que ante la idea de establecer –siquiera tímidamente- una mayor independencia funcional, la FEMP ya ha presionado al Ministerio para no perder el control sobre los interventores, retirándose esa idea del ejercicio independiente. Se proponía en la reforma contar con la aquiescencia ministerial para defenestrar a un interventor y la FEMP ha dicho que de eso, nada. Cambiarlo todo para no cambiar nada.
El año 2014 parece que va a ser el año del meteorito maya local. Y quizás sea este 2013 el último año en que los pequeños ayuntamientos puedan abrir sus piscinas o pueda tener une escuela infantil. Me corroe la curiosidad por saber cómo van a organizar las diputaciones los servicios municipales. Si ahora mismo muchas de ellas no cumplen algunas de las elementales obligaciones como por ejemplo disponer de un adecuado y operativo sistema de asistencia de las funciones de fe pública y asesoramiento legal preceptivo así como de intervención a los Ayuntamientos menos potentes en caso de que haga falta puntual, me pregunto si van a ejercer otras que se les añadan o se harán según (mejor no precisar eso de según).
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