En su día abordé lo que titulé “Veinte razones para NO ejercer como abogado administrativista” . Como me comprometí, y me recuerdan frecuentemente los lectores, aquí expongo las razones para ejercer en tal disciplina. Una vez leídos los alegatos a favor y en contra, queda Visto para Sentencia, y el lector, recién graduado en Derecho o colegiado como abogado, tendrá que decidir. Aquí van telegráficamente las razones a favor.
1. El número de clientes potenciales es inmenso.
No todo el mundo se divorcia ni tiene un conflicto laboral, ni le embargan o sufre un accidente. En cambio la Administración como decían nuestros clásicos “te acompaña desde la cuna a la sepultura” ( del certificado de nacimiento al de defunción) y la vida está repleta de reglamentos, solicitudes, permisos de conducir, expropiaciones, impuestos, subvenciones, servicios públicos locales usados,etc. Y por simple frecuencia estadística, tanto va el cántaro del ciudadano a la fuente de la Administración, que alguna vez se rompe, y ahí estará alerta el abogado administrativista para recomponerlo.
2. Formación accesible y asequible
Para el éxito como abogado no basta con ser graduado sino que hay que estar alerta a las novedades legislativas, jurisprudenciales y doctrinales. Sin bajar la guardia, lo cierto es que el Derecho Administrativo cuenta con puertas abiertas a estar al día de forma sencilla y económica.
En primer lugar, se cuenta con la oferta de numerosos cursos y actividades de formación desde las propias Administraciones Públicas, unos limitados a funcionarios y otros abiertos a todo tipo de profesionales.
En segundo lugar, las fuentes bibliográficas y legislativas suelen estar disponibles en las propias páginas web de las Administraciones, además de indicar órganos y trámites, e incluso buzones de consultas y quejas. No está mal que el enemigo ponga los pertrechos de defensa a nuestra disposición. Un ejemplo singular es la oferta de Códigos Electrónicos actualizados gratuitos para su descarga desde la web de la Agencia Estatal BOE que divulgamos en un anterior post.
Y en tercer lugar, por alguna extraña razón, el universo de los Blogs jurídicos, con información actualizada y gratuita, cuenta con numerosos planetas sobre Derecho Público, como muestra nuestro Directorio Temático de Blogs Jurídicos españoles
3. Nobleza de la labor
El Derecho Administrativo participa de la grandeza de las causas justas ( como las Cruzadas medievales o las ONG). El mundo se vuelve tan complejo y tan intervencionista la Administración que se necesitan más abogados administrativistas, no menos. Hay algo Quijotesco y gratificante en ser David frente a Goliat, y luchar por una mejor Administración.
4. Amplio menú a elegir
El Derecho Administrativo ofrece al estudioso la belleza y libertad de la inmensidad ( como el salvaje Amazonas ofrece belleza y diversidad de flora y fauna, de Administraciones y fuentes normativas).
A la hora de ejercer la abogacía, la disciplina es inmensa en cuanto a optar por una u otro área de preferencia ( turístico, urbanístico, responsabilidad sanitaria,función pública, expropiación, telecomunicaciones, defensa,etc). El carácter inabarcable y proteico del Derecho Sectorial se vuelve ventaja en cuanto permite especializarse en campos predilectos, donde se manejen normas, institutos o técnicas donde el abogado se encuentre mas cómodo. Además permite adentrarse en filones de Disciplinas conexas, como el Derecho Constitucional o el Derecho Comunitario.
Y si no importa la materia sino la cantidad, el Derecho administrativo ofrece yacimientos de complejidad modesta pero con flujo abundante de litigios: extranjería, tráfico e impuestos.
5. Proyección social
En la práctica forense del abogado administrativista como es un campo especializado, suelen conocerse entre sí, y conocer a los letrados públicos (lógicamente, tal conocimiento y contacto es inversamente proporcional al tamaño de la localidad donde ejercen). Es indudable que ese contacto y cortesía implícita, facilita o al menos, no obstaculiza, el éxito forense, tanto si se está en la misma trinchera de ataque como de defensa.
Como es una disciplina que afecta a todos, esta especialidad aumenta el círculo social. Se incrementa la aproximación de conocidos, vecinos y otras faunas al asalto de la consulta, a poder ser gratuita. Nunca falta un prójimo al asalto de la opinión jurídica ( ya me ocupé de la figura de los “gorrones jurídicos” en otro post).
Incluso, los padres del flamante abogado administrativista estarán orgullosos pues su hijo es abogado de una especialidad que debe ser muy buena pues les resulta laborioso explicarlo cuando les preguntan sus vecinos y amigos.
6. Benevolencia con los errores
Los clientes al tomar conocimiento del litigio perdido ante una poderosa administración son mas comprensivos e indulgentes con el abogado vencido. A veces el abogado administrativista “lucha contra los elementos” (Felipe II dixit) y el cliente lo sabe, y es capaz de comprender la derrota, debida muchas veces no a la mayor o menor destreza del abogado sino a que las reglas del juego están establecidas por la parte y plagadas de prerrogativas al servicio del interés público.
7. Distanciamiento emocional
Los litigios administrativos en su mayor parte cobijan intereses económicos ( o al menos monetarizables, ej.expropiaciones, contratos, sanciones,etc) lo que rebaja el nivel de apasionamiento o emocional del cliente y objetiviza la cuestión litigiosa ( a diferencia de herencias, disputas vecinales, conflictos con el jefe,etc, en los que la sensibilidad del cliente está a flor de piel con las consiguientes interferencias en la deseable serenidad de la labor del abogado).
8. Novedades: nuevos problemas, nuevos clientes.
El Derecho Administrativo es cambiante y vertiginoso. Si las leyes cambian, quiere decir que el escenario preexistente de derechos y deberes cambia, con lo que cada paso del legislador (estatal, autonómico o reglamentista local) es fuente de posibles litigios para interpretarla o defender posiciones afectadas por el cambio.
El dinamismo del Derecho Administrativo impide la consolidación de jurisprudencia, lo que también contribuye a que los asuntos sean mas discutibles que por ejemplo, en materia de arrendamientos civiles, donde casi todo está jurídicamente zanjado.
Además aunque corren tiempos en que nos encontramos con lo que califiqué como un Derecho travestido por la crisis económica, esta coyuntura crítica se vuelve oportunidad para los abogados administrativistas pues la imaginación de la Administración para sobrevivir, recaudar, cambiar reglas o decisiones extremas, provoca impacto en intereses y derechos, con el consiguiente afloramiento de litigios.
9. Creatividad
Imaginación y argumentación son dotes valiosísimas en la vida y en toda disciplina jurídica, aunque creo que en Derecho Administrativo se revalorizan. En efecto, los litigios en Derecho Administrativo, aunque muchos tienen una base fáctica de discusión (ej. si se cometió o no la infracción) casi siempre se solapa u opera autónomamente la motivación jurídica, y además con mayor amplitud que en los litigios de otras ramas :P.ej. cuestiones como competencia, procedimiento, publicación, etc… son propias de este tipo de litigios, y ya se sabe, se guerrea mejor cuantas mas armas pueden usarse.
10. Placer saludable
Es divertido ejercer en este campo. Aunque las decepciones no faltan, cuando se gana algún litigio se produce una íntima satisfacción de sacudir los cimientos del sistema.
Además, permítaseme relajar el tono para comentar que esta disciplina permite luchar contra el alzheimer y otras enfermedades neurológicas pues obliga a estar al día en mil frentes de producción de normas, de aplicación, de prácticas administrativas. Obliga a leer la prensa y conocer las tendencias de cargos públicos, las nuevas ocurrencias de la Administración.
11. Picos, palas y azadones
Si se ejerce del lado de la Administración, como letrado público, la satisfacción crece ya que el cliente no tiene rostro y la Administración es un patrono cómodo ( facilita los medios y paga al letrado, sin que este note el constante ” aliento sobre la nuca”). Además no es precisa la colegiación que en cambio debe asumir el administrativista particular.
Y si se ejerce como letrado de particular frente a la Administración, la complejidad del mundo publico dispensa de explicar al cliente detalladamente partidas y cobros. Ya Quevedo nos enseñó que el español valora más lo no comprende.
12. No aburre
Aburre la monotonía y la previsibilidad. Sin embargo, el Derecho Administrativo es un mutante. Cambian las leyes, cambian las líneas jurisprudenciales, el Tribunal Constitucional cambia las reglas del juego y si no un Decreto-Ley.
Junto a ello, la belleza de la complejidad. Se obtiene mas satisfacción jugando al ajedrez, y ganando, que al tres en raya.
Y es que siempre hay espacio para el asombro del profesional, como expuse en los Quince momentos de perplejidad del abogado.
13. No se agota el trabajo
Siempre habrá trabajo, pues siempre habrá autoridades y políticos torpes, ignorantes, clientelares o al borde de la prevaricación por ese sutil cambio en la condición humana cuando “toca” el poder. Y es que pese a los inquietantes efectos de la crisis económica sobre la Justicia, parafraseando a Otto Mayer podríamos decir que “la crisis económica pasa, y el Derecho Administrativo permanece”.
14. El enemigo ayuda
La propia Administración que dicta el acto administrativo a combatir, nos indica el pie de recursos a utilizar con su plazo, y además si no lo hace le perjudica. Al menos es una ventaja inédita en los litigios civiles o mercantiles donde el abogado tiene que que reaccionar frente a la actuación de hecho provocadora del conflicto con su propia ciencia y experiencia. Además, no es frecuente, pero hay letrados públicos que no se “creen” lo que defienden, por tener atribuida la defensa de intereses no ajustados a la legalidad, y obran en consecuencia ( defienden el allanamiento antes las autoridades, se limitan a una defensa puramente formal y de bajo perfil,etc).
15. Popularidad
El abogado del mundo contencioso puede paladear cierta popularidad. El impacto de una sentencia importante contra la Administración suele tener reflejo en la prensa o los restantes medios de comunicación, lo que siempre puede convertirse en reclamo de mas clientes.
16. Casi todo es defendible
La complejidad del Derecho Administrativo y la disparidad de situaciones siempre permite confirmarle al cliente la viabilidad de embarcarse a un litigio. Siempre hay algún fundamento jurídico para oyar la tesis del cliente. Es difícil que no exista un flanco por donde hincarle el diente y que ofrezca posibilidades ( no es lo mismo que probabilidades). Otra cosa es que se gane.
17. Confort intelectual
Los litigios administrativos revisten un plus de reto intelectual y pesquisa que hace sentir cómodos a los amantes de bibliotecas, lecturas y arqueología, pues hay que bucear en el expediente, en los autos administrativos y encontrar el “hilo que lleve al ovillo”. Nada de sota, caballo y rey. Todo un sudoku.
18. Panes y peces
Los procesos administrativos pueden multiplicarse y ser “tres en uno”. Un procedimiento cautelar para suspender la actuación, un procedimiento principal para debatirlo, y un procedimiento para luchar sobre la ejecución. O sea, se estudia, lucha y se justifica el cobro por tres batallas de una misma guerra.
Además a veces se impugna la actuación presunta y luego se acumula la resolución expresa, o se acumula la acción indemnizatoria ( o se reserva). En fin, que una vez abierta la caja de los truenos administrativos, el abogado administrativista debe ponerse en zafarrancho de combate.
19. Elegir campo de batalla
Los procesos administrativos permiten en ciertos ámbitos (personal, sanciones) elegir el fuero jurisdiccional. O sea mas comodidad para cliente y para abogado, además de abrir las puertas al “forum shopping” o sea a elegir órgano judicial donde se den praxis judiciales favorables a las tesis, algo no infrecuente en un ámbito marcado por la dispersión.
20. Los honorarios
Las minutas de los procesos administrativos suelen ser mas elevadas que las de otros ámbitos ( con carácter general), con el añadido del cobro por asesorar y/o realizar el recurso administrativo o requerimiento en esta vía. Es cierto que las tasas judiciales y la limitación de las costas en caso de vencer a la Administración han supuesto un serio recorte, pero creo que menor que en otras especialidades.
Me apresuro a advertir que estas veinte razones se apoyan en criterios generales y que por supuesto, cada afirmación cuenta con su excepción, pero creo que el toque impresionista y rápido que las inspira ofrece utilidad para mostrar el panorama del ejercicio profesional en esta especialidad.
En fin, que si alguien tenía recelo hacia el ejercicio como abogado administrativista que recuerde aquello de besar al sapo para que se convierta en príncipe. Si se estudia y domina el Derecho Administrativo y sus vericuetos, se puede llegar a adorarle. Y para ello como enseñaba Confucio: “hasta la mas larga caminata se inicia con un pequeño paso”. Suerte amigos.
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